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Gerard

Me sentía sumamente paranoico sin razón alguna.

Estuve esperando a Frank en el lobby por unos diez minutos o quizás menos. Cuando lo vi salir del elevador, mis piernas flaquearon, me puse tan nervioso como si fuese la primera vez que tendría que verlo en persona. De nuevo, no sé por qué... No tengo ninguna razón para sentirme así.

— Hola, Frankie. — Saludé sonriente, tratando de que no se note lo nervioso que estoy.

— ¿Cómo estás, Gee? — Sonrió también.

«Ay, lo amo». Pensé.

— Mira, Gee. — Dijo Miles entregándome una hoja de papel. — ¡Hice un dibujo para ti!

Recibí el dibujo, y me sorprendí al ver que Miles dibuja muy bonito; nos dibujó a él y a mí jugando en la piscina de mi casa. Aunque se nota que es un dibujo realizado por un niño pequeño, sigue estando bastante bien hecho.

— ¡Es hermoso, peque! — Exclamé sin dejar de sonreír. — Gracias. — Me agaché para darle un abrazo. — Dibujas muuuy bonito.

— Si tieres, un día podemos dibujar juntos, Gee.

— Me encantaría. — Le aseguré, acariciando su cabello.

Frank estaba enternecido ante mis muestras de cariño hacia su hijo. Sin embargo, lo noto diferente esta noche... Quizás Miles no mentía cuando dijo que su papá estaba estresado con el tema de escribirle una canción a Jamia, pues ahora se ve distinto; tiene la misma aura sombría que tenía la noche de la fiesta en mi casa, cuando apareció después de tener una pelea con su esposa. Sé que él no ha dicho nada ni ha tenido una acción específica que demuestre que algo anda mal, pero yo, de alguna manera, puedo sentir que él no está bien... Quizás sólo me estoy volviendo loco.

Subimos a mi auto; Miles está en el asiento de atrás, mientras Frank y yo vamos adelante. Dejé con cuidado el dibujo de Miles sobre el tablero para guardarlo en mi carpeta de dibujos cuando esté en mi casa, seguidamente, puse algo de música.

Son treinta minutos de viaje, así que al menos podremos distraernos un poco escuchando música y hablando sobre cualquier cosa. Frank alabó mi playlist después de cuatro canciones que fueron perfectamente de su agrado, hasta que, de un momento a otro, comenzó a sonar una canción suya.

El Frank de la radio cantó:

«There's still a part of me that needs to look the same way into your eyes».

Y el Frank real dijo:

— Ay, Dios ¿Quién es este tipo? ¡Canta horrible!

— ¿Qué? ¡Frank! — Solté una carcajada. — No digas eso.

— Pero es verdad, canta horrible. — Dijo entre risas inevitables. — But locked inside... — Cantó. — I'll be alriiight, alright, alright... ¡Qué mal! Mi voz se parece a la suya, ¿Puedes creerlo?

— ¡Ya! — No paraba de reír. — Que tu auto-desprecio sea gracioso no significa que vaya a tolerarlo en mi auto, señor.

A pesar de querer sonar "serio", no podía dejar de reírme, pero sin duda lo mejor era escuchar la risa de Frank, que para mí, es la más bonita de todas.

Miles estuvo la mayor parte del camino en silencio, por lo que intenté sacarle conversación; le dije que me parecía extraño que no trajera su tortuga de peluche consigo. Su respuesta fue la más tierna de todas: Dijo que no trajo a Carlos (Tarlos) porque espera ganar un animal de peluche en alguna atracción. Así, cuando regrese al hotel, le dará a su tortuga la sorpresa de tener un nuevo amigo. No pude evitar decirle a Frank que está criando a un niño muy dulce, y muy listo también; cada día, Miles me sorprende un poco más.

Broken Pieces; FrerardWhere stories live. Discover now