Capitulo 8

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1 año después. 15 /nov/17

Protegido por paredes verdes, peluches y cojines, un dulce bebe de cinco meses y 4 días dormía con placidez imperturbable mientras en la quietud del lugar solo su suave respiración reinaba, cuando de pronto, la puerta principal se abrió y un hombre de cabellos largos platinados hizo acto de presencia, con suma delicadeza y cuidando de no hacer ruidos innecesarios, se acercó hasta la cuna que había a mitad de la habitación y miro el pequeño cuerpecito con detenimiento, al instante de hacerlo, el ceño fruncido de su rostro desapareció y una sonrisa de amor fue plasmada en sus labios.

Durante varios minutos el hombre solo supo mirar al bebe como si la vida se le fuera en ello. Endimion era tan pequeño, tan frágil, tan inocente de los problemas que atosigaban a sus padres.

—Mi pequeño campeón... —Mientras bajaba sus manos a la cobija y lo cargaba cuidadosamente hacia su pecho el oji verde no pudo evitar sentir miedo recorriéndole las venas, y ese miedo no necesariamente era de lastimarle físicamente si no por algo aún más grave —¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer con tu madre? - La voz quebrada del hombre aun que baja, pareció colarse en el dulce sueño del niño y emitiendo algunos gruñidos comenzó a moverse inquieto, demostrando así a su padre que había despertado –Oh lo siento, te eh despertado mi vida... -Las grandes manos del hombre sostenían el pequeño bultito con un cuidado especial y tras sentarse en un diván lo acomodo sobre sus piernas flexionadas.

En cuanto el pequeño sintió su calor protegiéndole, dejo de quejarse y abrió sus oitos para mirarlo con la misma dedicación que él lo hacia, ante ese gesto de aceptación inocente, Yaten sintió que el corazón se le caía hecho migas a los pies. Su vida estaba de cabeza, había estado así desde el momento en que Mina se había cruzado en su camino, y había empeorado hasta niveles insospechados, cuando esta dijo que esperaba un hijo suyo.

Y aun cuando hubo momentos en los que dudó si Mina mentía sobre su paternidad, solo para evitar la deshonra de su familia, había seguido con la boda y vida matrimonial en la mejor disposición. Cosa que no podía decirse de su conyugue, quien nada más verse libre de los estragos físicos del embarazo había vuelto a ser la misma mujer despreocupada, atrevida e irresponsable que cada noche sin falta alguna salía a la calle en busca de diversión mal sana, olvidándose de todo deber como madre o dama de sociedad y dándole a la prensa de que hablar.

—Buenas tardes señor, no sabía que estaba aquí –Una joven institutriz de cabellos negros y traje a la medida saludo a Yaten sacándolo de sus pensamientos.

La joven era Rey Hino una hermosa señorita de 21 años, recién egresada de la academia Naganuma y contratada exclusivamente para lo que Endimion Kou pusiese necesitar.

—Buenas tardes señorita Hino...Hoy volví temprano, quería pasar tiempo con mi hijo.

—Me alegra por usted señor – Mientras acomodaba las mamilas y toallitas en una mesita a su lado, la joven detallo al platinado mordiéndose los labios. Obviamente Yaten solo tenía ojos para el bultito entre sus brazos, pero era un hombre después de todo y a sabiendas de que su esposa no parecía prestarle la mínima atención, ella había comenzado a imaginarse que algún día; quizás no tan lejano, podría conseguir que el la viera como algo más que una empleada.

Contaba con eso.

—¿Me permite a mi príncipe? Es hora de su mamila.

—Claro... -Dándole un beso en la cabecita a la pequeña, extendió los brazos hasta depositarlo en el cobijo de la joven. —Por cierto señorita Hino, Sabe usted ¿Dónde está mi esposa?

—Me temo que no lo sé señor, la señora Minako salió a primera hora y no ha regresado, Aunque... —Con una pausa intencionada Rey miro a Yaten directo a los ojos, en espera de la reacción que lo que estaba por decir pudiera ocasionar,

Ella... soy yo. *Obra Original* En ProcesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora