Capítulo 16: Los Bakugo-Uraraka.

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Hoy le pido a mis sueños, que te quiten la ropa
Que conviertan en besos
Todos mis intentos de morderte la boca
Y aunque entiendo que tu
Tu siempre tienes la ultima palabra en esto del amor

(...)

Y es que yo quiero ser el que nunca olvida tu cumpleaños
Quiero que seas mi rosa y mi espina aunque me hagas daño
Quiero ser tu carnaval, tus principios y tus finales
Quiero ser el mar donde puedas ahogar todos tus males
Quiero que seas mi tango de gardel, mis octavillas...

[Tu jardín con enanitos – Melendi]

Para Ana.

Quizás nunca llegues a leer esta historia,

pero quiero que sepas que este capítulo en especial,

te lo dedico a ti.

Tal vez algún día, tenga el valor.

Apareció frente a una fachada. No era como la mansión que había visitado, pero no dejaba de ser bonita; de hecho, le recordó a la casa de los padres de Bakugo. Pese a que había otras casas alrededor, supo que si surgió frente a aquella, se debía a que era la indicada.

Observó su reloj, solo para notar que se encontraba detenido. Pensó en el bucle y ahí pudo obtener la primera respuesta a la pregunta que se estaba haciendo. Eran las cinco de la tarde, de un viernes primero de noviembre del año 2039, es decir, se encontraba a veinte años de su tiempo real. No andaban muchas personas en aquel barrio, por lo que lo tachó como tranquilo. Con paso decidido, se atrevió a avanzar hacia la entrada de la fachada, pero cuando llegó a la puerta, titubeó un poco. No sabía con qué se iba a encontrar, si le iba a gustar o no, si sería mejor o peor del futuro alternativo en el cual él era dueño y señor.

Apenas llevaba la puerta abierta por la mitad, cuando llegó a él un aroma exquisito, mezcla de chocolate y frambuesa. Le recordó a Uraraka, y ese era indicio para saber que ella, en su versión futura, vivía allí. Sintió calor de hogar, aquel calor que no se alcanzaba a sentir ni en la entrada de su fastuosa mansión.

Miro a su alrededor, más específicamente al suelo, y notó unos cuantos juguetes desparramados. Ahí vivían niños también; pero más allá de aquel pequeño desorden, el resto se encontraba impecable. Pudo ahora percatarse en más detalles de la casa, como los cálidos colores que adornaban sus paredes, variados adornos que en mayoría demostraban diversos recuerdos provenientes de distintas partes del país, y algunos del extranjero. Surgieron ante su vista algunas figuras de acción antiguas y conocidas, otras nuevas y las que más llamaron su atención: una figura de él, de algunos de sus compañeros de UA, y claro, Bakugo y Uraraka. Su corazón dio unos cuantos latidos más seguidos. Si su versión mini y plástica se encontraba dentro de ese hogar, podría ser que quizás él tenia cabida dentro de aquella familia, ya sea como amigo o por ser admirado. No lo podía asegurar, pero quería averiguarlo.

Ya pronto pudo escuchar unos ruidos provenientes desde los pisos superiores, pero que cada vez se acercaban más hacia donde él se encontraba. Por instinto quiso esconderse, pero recordó que se encontraba cubierto por acción del bucle. Solo debía esperar a ver con qué se encontraba; cuando estaba en eso, notó una fotografía a la distancia. Se acercaría, pero las personas entraron en escena.

Primero, una joven, una adolescente prácticamente. Es hermosa, fue lo que pensó.

Era alta, esbelta, cabello largo y lacio rubio de principio a fin, ojos redondos y grandes, de un café, no, más bien de un chocolate intenso. Su corazón dio un vuelco, sintiendo que si esos ojos pudieran verlo en ese momento, si pudieran posarse sobre él, lo estremecerían como ninguna chica lo había hecho hasta ese momento, ni siquiera Uraraka. Sí, por fin pudo pensar en otra chica que no fuera la castaña. Quizás era una luz de esperanza, pero insconcientemente movió su cabeza, dado que él era un viajero en el tiempo y no podía darse el lujo de fijarse en una persona que se encontraba existiendo a años luz de él.

La bestia, la bella y el bucle de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora