Capítulo 13

746 78 10
                                    

Rubí

Me trencé la parte superior del pelo sin dejar de mirarme al espejo. Llevaba puesto uno de los trajes ceñidos que me había prestado Erick para empezar con mis entrenamientos. Primero tendría que controlar mi cuerpo y más tarde mi mente, eso es lo que me había dicho. Yo siempre había pensado que era al revés, pero según él yo tenía condiciones diferentes a los demás.

Estaba nerviosa, porque no sabia que me iba a encontrar. No quería acabar con moratones por todo el cuerpo ni romperme la nariz como los boxeadores.

Dejé caer los brazos hasta el tocador después de terminar con el peinado. Si, puede que estuviera algo nerviosa. Pero también entusiasmada por poder aprender a defenderme por fin, sin depender de nadie.

—¿Quién es la cosita más bonita del mundo? —halagué a la Akeru, poniendo voz de pito y pellizcándole el hocico.

Ella no lo entendió, pero aun así se alegró por la atención, levantando las orejas y dándome algunos lametones.

—Voy a tener que ir pensando un nombre para ti, porque no puedo llamarte cosita todo el rato.

Me acerqué hasta la ventana, con ánimo de respirar el aire fresco que entraba por ella. Los días se arremolinaban en mi mente y ya ni si quiera llevaba la cuenta de ellos. Estaba empezando a cogerle el gusto a aquello.

Por lo menos no tenía que despertarme con el sonido irritante de la alarma antes de tan si quiera hacerse de día. Además no estaba sujeta a ningún tipo de horario, podía hacer las cosas cuando me apeteciera.

Me fije en como los empleados iban de un lado para otro en el jardín, colocando las cosas para la fiesta de esa noche.

—Rubí, vamos, solo faltamos nosotros—Dijo Ian, llamando a la puerta.

Le seguí hasta la cocina y posteriormente al patio trasero. Todos mis amigos estaban allí, incluido Erick y varios chicos más. El príncipe nos observó mientras llegábamos hasta ellos. Me sentía un poco expuesta con ese traje tan ajustado.

—Hoy vamos a recordar algunas técnicas más básicas ya que tenemos una nueva compañera—habló, haciendo que todos se giraran a mirarme. Fill el chico pelirrojo que conocí en la cena levantó los pulgares hacia mí—Así que, todos por parejas. Rubí tu con Ian, Jude y Emma, y Cassandra tu conmigo.

Me decepcionó un poco que no me eligiera para ponerme con él, pero la sonrisa de Ian hizo que me alegrara de estar con él. Al menos ya no tenía que preocuparme de romperme la nariz. Él odiaba hacerme daño, era superior a sus fuerzas. Una vez, me tiró demasiado fuerte a la piscina y me torcí el tobillo. Lloró durante quince minutos y las semanas siguientes estuvo haciendo todo lo que le pidiera para compensarme.

Erick había dicho que serían unos ejercicios fáciles, pero no pasé por alto que a los demás le había dado unas directrices más avanzadas. Las nuestras solo constaban de lanzar patadas y que el otro la agarrara en el aire. Jude y Emma se reían sin parar, seguramente porque el moreno sabía todos los pasos que ella iba a dar antes de que los realizara.

—Pensaba que esto iba a ser más divertido—refunfuñé—, tal vez que acabaría con una cicatriz chula para poder ir fardando de ella.

—Roma no de construyó en un día—alegó, volviendo a coger mi pierna, que iba directa a su costado.

—Tampoco retrasaron a su mejor arma cuando tenían encima la guerra.

—Tu no eres un arma—replicó, tirando de mi pantorrilla y haciéndome caer al suelo.

Un silbido nos sacó de nuestra conversación. Todos se habían parado a mirar la lucha entre Cassandra y Erick. Ahora entendía porque había decidido ir con ella. Mi amiga se movía como un felino en plena caza y daba golpes certeros ahí donde ponía el ojo.

Hielo o fuego [Saga Centenarios I.] ✅Where stories live. Discover now