{ Prólogo }

433 25 3
                                    

Prólogo.

La lluvia caía rápidamente chocando con su ventana, la colcha manchada de sangre, sus lágrimas seguían corriendo por sus mejillas sus sentimientos estaban plasmados en las letras que solo ella podía reconocer y dibujar en sus brazos.
Tocaron a su puerta, su voz no podía salir, y el esfuerzo era demasiado así que no dijo nada, la puerta se abrió tan rápido como ella había abierto su boca para pedir que se alejaran, se cerró.
Un hombre de cabellos blancos, ojos rojizos, piel muy albina, vestía un terno pulcramente blanco y sus zapatos también.

- ¿Qué has hecho pequeña? - Su voz era familiar para la chica, era reconfortante.- ¿Por qué crees que podrías ser feliz así?

El corazón de ella se aceleró, abrió la boca para decir lo que pensaba, pero él rápidamente hablo.

- Lo sé, aquí no eres feliz. - Se sentó con ella y tomo sus manos- ¿Esto te hace feliz?

Ella abrió la boca para hablar pero esta vez el caballero blanco la calló con un beso. Sus mejillas se tornaron rojas, sus ojos poco a poco se cerraron, él con sus cálidas y grandes manos tomo su cara, y sus dedos jugaban con su cabello. Dejó de besarla para admirar su cara, que estaba ruborizada como nunca antes. Tomo sus cortados brazos y los beso, al volver a mirarla dijo tiernamente sonriéndole.

- Estoy aquí para salvarte, yo no quiero que dejes este mundo.

- Tú... tú no entiendes. - Dijo ella entre muecas de dolor.

Él volvió a besarla.

- Yo te amo, te admiro y te adoro, tu vida... el destino ha sido muy malo contigo. -Limpió una de las lágrimas que corrían por sus mejillas. - He venido sólo por ti, para salvarte a ti.

Ella abrió la boca pero el dolor no la dejo hablar, así solo se quedó imaginando una forma de contestarle.

- ¿Qué quién soy yo?, ¿Nunca creíste que había un caballero blanco que vendría a rescatarte? -Sonrió tiernamente - ¡Aquí estoy!

Ella movió su cabeza, no entendía, pensó que ya le quedaba muy poco y estaba alucinando, él se volvió a acercarse a sus labios pero antes de besarla volvió a hablar.

- Soy un ángel, o más bien solía serlo, yo debía de observarte, todos los ángeles tienen un humano al cual deben vigilar, este tipo de cosas se supone que no lo hacemos, yo debí haberte dejado morir y ayudarte a entrar en el cielo, pero tú, la vida ha sido tan mala contigo, Andrea, tú, no entendí jamás por qué Dios te dio esta vida, tu eres diferente de los humanos asquerosos, se supone que a mí se me debería entregar otro humano para vigilar, pero... yo no quiero que mueras. - Tomo su cara entre sus manos - Yo te amo, me he enamorado de ti.

El caballero blanco [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora