28. ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ғɪɴᴀʟ.

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Este capítulo va a ser muy corto, MUY CORTO, prepárense.

Mis pies ya dolían, Gabs iba frente a mi en la misma sintonía, estábamos corriendo como si nuestra vida dependiera de ello. Bueno, mi vida casi depende de esto.

Sólo nos faltaba dar la vuelta en una esquina para poder llegar a la casa de Mateo, cuando una camioneta negra 4x4 pasa adelante de nuestros ojos, puedo ver en la ventana el rostro melancólico de Mateo e instantáneamente grité.

—¡Mateo! —el destino era notorio, la ventana en la que estaba Mateo se encontraba ligeramente abierta, por lo que alcanzó a escuchar mi grito.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos pude ver la sorpresa y a la vez felicidad en su mirada, vi que sus labios se movieron en una plegaria a su padre que se encontraba manejando.

El auto se detuvo y Mateo rápidamente bajo de él, los dos corrimos hasta estar frente a frente. Sus brazos rodearon mi cuello y los míos fueron a su torso, convirtiéndolo en un dulce abrazo, nuestro último abrazo.

Cuando nos separamos sentí como mis ojos ya picaban y los suyos estaban también agüados.

—No sabes cuánto te voy a extrañar.

Sollozos salieron de los labios nuestros, sin duda no queríamos separarnos. Pero yo no tenía palabras y al parecer él tampoco.

—Algo me dice que nuestro destino es estar juntos —cuando esas palabras salieron de mi boca, él rodeo mi cuello con sus manos y me pegó a él, nos fundimos en un lujurioso beso lleno de amor y ansias.

—Voy a hacer todo lo posible para que así sea —dijo cuando nos separamos.

Las lágrimas ya salían desenfrenadamente pero no quería irme, queria seguir viendo su cara por el resto de mis días, pero eso ahora era imposible y también el momento se vio interrumpido por su padre el cual hizo sonar la bocina del carro para llamar la atención del chico frente a mi.

—Créeme que este adiós no es para siempre, te prometo que te buscaré por todo el mundo y jamás me daré por vencido.

—¿Y si sí lo haces?

—Pues espero que tu también me busques.

Asiento con una sonrisa en mi rostro, estaba tan feliz que no podía describir todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Sin embargo, ya era tiempo de que Mateo se fueron o sino perdería su vuelo.

—Lo voy a hacer, créeme —digo, para después depositar un pequeño beso en sus labios— Adiós.

—Adiós —dijo en un susurro y después junto nuestras frentes para decir—: te amo.

—Te amo.

Y ahí fue cuando nos separamos y Mateo, caminando hacia atrás, se fue acercando al carro, el carro en el cual se iba a ir al aeropuerto para tomar un avión directo a su nuevo hogar.

—Te prometo que te voy a buscar —susurro antes de que unos brazos me rodearan.

Volvimos a la casa y yo no podía calmarme, las lágrimas dejaban mis ojos sin ningún esfuerzo y la única que quería que estuviera a mi lado era mi amiga. Ella estaba en la cocina preparando algo caliente, las últimas semanas habían sido muy frías, llenas de lluvia, además sus chocolates eran deliciosos.

—Tendrás que esperar un poco más, ya casi está.

Gabs toma asiento a mi lado y me atrae a ella para volver a abrazarme. En estos últimos minutos ella se ha comportado más dulce de lo normal, siempre ha sido una chica que no demuestra como tal sus sentimientos, o simplemente no le hace mimos a cualquier persona, por lo que ha sido un poco raro.

Algo en la cocina comienza a soñar y ella inmediatamente s supone de pie y sale a correr hacia su dirección.

Tiempo después la puerta suena y mis padres entran a la casa. Los dos se ven muy felices y después de mucho tiempo los veo muy románticos. Mi padre sujetaba a mi madre de la cintura y ella tenía su mano en el pecho del hombre mientras ella soltaba una sonora carcajada.

Me hice notar con un incómodo carraspeo y al ellos notar que estaba presente, sus rostros mostraron lo sorprendidos que estaban.

Algo que también me sorprendió era como iban vestidos. Mi madre vestía un vestido rojo que le llegaba a un poco más abajo de los pies pegado al cuerpo, junto a un pequeño saco de pelo artificial color negro. Mi padre también estaba muy elegante con un smokin negro con un corbatín y pelo perfectamente arreglado.

—¿Qué celebramos? —pregunto con diversión.

Comenzaron a reír, se notaba lo nerviosos que estaban, yo me dediqué a mirarlos con el ceño fruncido.

—Aquí está el chocolate —Gabs entró a la sala y al ver a mis padres su cara pareció sorprendida.

Mis padres se veían nerviosos, pero me tenía inquieta lo que mis padres tenían que decirme.

Después mi madre alzó su manos y me mostró lo que tenía en su dedo. Era un anillo de compromiso y era totalmente hermoso.

—Vamos a renovar nuestros votos.

No podía creer lo que acababa de decirme, sabía lo que significaba, pero no tenía palabras para expresar lo que sentía. Creía que era perfecto, que era una muestra para los dos de demostrarse nuevamente que se aman.

Casi tenía envidia.

—Es...censacional.

Y así pude sentir como nos uníamos de nuevo. Me sentía llena después de tanto tiempo.

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