En las sombras de un mundo devastado, surge una crónica electrizante, envuelta en los susurros del fin de los tiempos: la saga SURREAL. Sus páginas encierran un amor que desafía la desolación, el romance pos-apocalíptico que susurra entre ruinas y e...
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Jungkook continuaba recluido en su cuarto, inasequible a las llamadas del tiempo. Durante esas horas eternas, Taehyung se mantuvo fiel en su vigilia junto a la puerta, anhelante de una salida que no llegaba. Sus hermanos, en gestos de fraterna atención, deslizaban platos de comida por el umbral, intentando tentar al menor a romper su aislamiento, pero este no se aventuraba a franquear la barrera.
La oscuridad se adueñó de la noche y, aun así, Taehyung persistía en su espera. Sus palabras se filtraban por las rendijas de la puerta, preguntas cargadas de preocupación, súplicas por entrar y reconciliarse. En respuesta, solo obtenía el ruido sordo de golpes contra la madera, un mensaje inequívoco de Jungkook deseando soledad, pidiendo distancia.
Mientras tanto, la vida en la casa continuaba. Abajo, en el salón, se congregaban los demás, incluyendo a Jimin, foco de los afectos no confesados de Taehyung. Sin embargo, él rechazaba la idea de unirse a ellos, eligiendo la compañía del silencio y la madera, esperando una tregua que parecía no llegar.
Yoongi, con un aire de reproche tan denso como el aire previo a una tormenta irrumpió en el pasaje donde Taehyung mantenía su guardia. Con los brazos cruzados y una mirada que destilaba desaprobación, le espetó una verdad cruda, sin adornos:
—Es tu culpa.
La respuesta de Taehyung brotó, arrastrando la carga de su frustración:
—¡Ya lo sé! —La admisión llegaba teñida de molestia, una confesión arrancada por la situación—. Por esa razón estoy aquí, esperando a que salga para disculparme con él.
—Si yo fuera Jungkook, no te abriría —se mofó, con una sonrisa socarrona en su rostro—. Vamos, baja a desayunar.
—¿Qué hora es?
—Las siete. Arriba —extendió su mano, que su hermano menor aceptó para ayudarse a levantar—. Por cierto, Jimin se ocupó del desayuno. Le sugerí algo sencillo como cereal, pero se empeñó en preparar algo más elaborado. Insistió en que era lo mínimo que podía hacer por permitirle estar aquí con nosotros.
