5: Alarma de incendios

526 61 20
                                    

Adelia

Avanzo con mis tacos a paso rápido por el hospital cuando me indican donde se encuentra y me detengo delante de la puerta de su habitación designada. Miro por aquella ventanilla, viendo como Dean está acostado en la cama del cuarto de la clínica, pero me desespera no poder entrar, ya que se encuentra acompañado de su esposa y no quiero perjudicarlo. Miro hacia un costado que su hija está sentada en las sillas de espera junto a su niñera, luego veo para la otra dirección, entonces visualizo llegar tranquilo a Jayce Markov, el cual me sonríe.

―Que sorpresa ―exclama con serenidad el castaño ―. Siempre nos encontramos en circunstancias extrañas ―opina.

Sonrío con confianza.

―Señor Oscuridad ―declaro ―¿Puedo preguntar a qué se debe esta visita? La última vez que nos vimos estabas con mi enemiga mortal, ¿por qué le contaría mis razones de estar aquí al socio de ella?

―Bueno, yo no le diré la razón de estar aquí y usted no me dirá la suya, dejémoslo en un empate.

Sonríe ampliamente, pero seguro que planea algo, así que no me dejaré vencer por sus artimañas. Soy la jefa de Rosa Negra y cada movimiento que haga cuenta para mi organización. No puede haber errores por mi parte. Como cuando Claire me quitó todo, pero gracias a mi astucia lo recuperé.

―Así que... ¿Rockefelle? ―exclama metiéndome en una trampa como había pensado ―¿Qué negocios tendrán ustedes? O acaso... ―Hace una pausa que parece interminable ―¿No los tienen? Quizás es otra cosa ―Me mira sintiéndose ganador.

―No creo que usted venga por Dean ―acoto mirando a la ventanilla observando a Ellie Divine.

Se ríe.

―Me atrapaste, pues yo no creo que usted venga por mi exesposa, así que otra vez estamos empatados.

―Es evidente que quien sale más perjudicada en esta conversación soy yo, porque muchos conocen su relación con esa mujer ―declaro.

―Cierto ¿Qué habrá entre la jefa de Rosa Negra y el marido de mi ex? ―Observa a la ventanilla otra vez ―Le diré algo, no le contaré nada a Claire, si me distraes a los tórtolos. Tienes muchos empleados, ¿no?

―Tú también ―digo con molestia.

―Sí, pero no tan eficientes.

Me quedo en silencio mirándolo hasta que sonrío.

―Bien jugado ―Levanto mi celular y lo apoyo en mi oreja al marcar un número en específico que me servirá.

Mis subordinados hacen sonar la alarma del hospital y las personas comienzan alterarse en el lugar. Cuando se dan cuenta que todo es falso, Ellie ya ha salido del cuarto y yo aprovecho para entrar, cerrando con traba el pestillo de la puerta en donde está Dean.

Jayce

Las personas corren despavoridas al oír la alarma de incendios, visualizo a Ellie salir de la habitación para buscar al médico o a su hija, ya que observa para todas partes entre tanto movimiento de gente. Aprovecho para agarrarla del brazo y acorralarla en un pasillo. Esta vez no se me escapa. Me mira sorprendida, mientras visualizamos que todo se calma en aquella clínica.

―Jayce ―dice con los labios temblorosos.

―Al fin solos ―declaro sintiéndome triunfador.

―¿Qué quieres? ―Sus mejillas se ruborizan.

―Creo habértelo dicho ―Acerco mi boca a la suya.

―Te fuiste ¿Por qué estás haciendo esto?

―No puedo controlar mis deseos más primitivos, Lady Salvaje ―susurro pasando mi mano por debajo de su falda y baja la vista avergonzada ―¿Recuerdas cuanta química había entre nuestros cuerpos? ―Apoyo la erección que siento en la parte baja de su vestido.

Respira agitada, entonces cuando suspira, siento el aire caliente que sale de su nariz, la cual roza la mía al estar tan cercanos.

―Te fuiste ―repite y luego me empuja ―¡No me toques, pervertido! ―me grita mirándome fijamente continuando avergonzada.

Sonrío de lado.

―Parece que ser una madre te volvió más responsable. Aunque bueno, siempre fuiste una lady.

―Y también soy una esposa ―me aclara ―, y no puedo andar toqueteándome con un hombre que no es mi marido.

Ladeo la cabeza.

―¿No te parece que lo prohibido es más excitante?

―No ―Me corta de raíz ―, y será mejor que te alejes, porque no quiero morirme en un descuido ―declara refiriéndose a nuestra conversación telefónica en que le dije que no me decidía entre follarla o matarla.

Que no es mentira, mis deseos carnales están presentes, pero también los de asesinarla. Mis manos tiemblan de pensar que sabe en donde estuve de pequeño, el lugar que quisiera olvidar, aquel secreto que me atormenta y que hace que mi reputación como mafioso penda de un hilo siempre.

Tomo de repente su mano y se sobresalta.

―Ven, daremos un paseo ―le indico y comienzo a caminar en dirección a la salida del hospital.

―¡Suéltame, Jayce! ―Forcejea mientras avanzamos.

―Nadie va a ayudarte, Lady, así que cálmate.

Deja de chillar y cierra su boca. Años atrás hemos tenido una conversación parecida, así que esta vez sabe que tengo razón. La subo a mi vehículo, rodeo mi auto adentrándome también en este, entonces comienzo a conducir. Me siento como los viejos tiempos, no sé si sentirme dichoso o más psicópata que antes. La oscuridad que me rodea sigue en aumento. 

Perversa Oscuridad: Mafiosa [#8]Where stories live. Discover now