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Emilio abrió la puerta de su habitación y me aventó a la cama. Yo gateé por ella hasta sentarme justo contra el cabezal. Lo miraba asustado con los ojos muy abiertos y analizando cada movimiento. Emilio se quitó rápidamente la camisa y se bajó la pantaloneta que llevaba puesta. Su cuerpo estaba ligeramente bronceado por las escenas en la playa. No podía negarlo, se lo veía espectacular.

-Veo que te gusta lo que ves-sonrió seductor y se fue acercando. Sus manos subieron por mis piernas, recorriéndolas y levantando a su vez la vasta de mi pantalón-Deberías depilarte, así te verías más...

-¿Cómo María? ¿Cómo una chica?-pregunté mordaz- Emilio, soy un hombre. Quizá para ti sea algo afeminado, pero sigo siendo un jodido hombre. Tengo un pene y no una vagina.

Emilio soltó una carcajada.

-Qué directo, Joaquelongo-bajó las cejas- Aun así, me gustaría verte las piernas completamente depiladas-recogí mis piernas y lo miré mal.

-Sabía que parecía ser demasiado bueno para ser-suspiré con pesar-Estos últimos días habías vuelto a ser el de antes.

-¿Tú quieres al lindo y caballeroso Emilio?- preguntó y yo asentí- Lo tendrás; pero hoy tienes al enfermo que es en realidad. ¿Te puedes conformar?

-Sé que quieres cogerme, Mailo-suspiré- Poco te importa si lo deseo o si quiero esperar. Soy virgen, pero desde que te lo dije sólo tienes en la cabeza desvirgarme.

-¿Es que acaso tú no me deseas?-su ceño se frunció.

-Tú sabes mis sentimientos-dije sufriendo- Van más allá de todo esto. Te quiero, estoy enamorado de ti, pero sé que eso te vale madres. Lo único que quieres es que te dé mi trasero-Suspiré, tratando de controlar mis lágrimas-Y si eso te hace feliz, está bien-Me volteé-Te daré mi virginidad.

Yo estaba llorando. Sabía que Emilio solo buscaba de mí sexo y una vez conseguido, todo terminaría. Ya no podía más con sus cambios de personalidad y con esta irregularidad entre nosotros. Lo mejor era terminarlo de una puta vez por todas. Me cogería y luego desecharía, asunto terminado. Yo lo superaría y lo recordaría como el amor más sufrido que tuve en la vida.

Mojaba las sábanas con mis lágrimas y reprimía los sollozos que brotaban de mi garganta. En un segundo, Emilio me volteó para mirarme directamente a los ojos. Se veía enternecido. Me abrazó y yo me rompí en llanto. ¿Por qué justo ahora que estaba renunciando? Eres cruel, Mailo. ¿Cómo puedes ser tan bestia y a la vez tan lindo conmigo? Seguí llorando.

- Quiero cogerte, sí-acarició mi rostro-Pero tus sentimientos no me son del todo indiferentes-yo parpadeé repetidas veces- Creo que siento por ti algo más que deseo- pegó su frente con la mía y respiró suavemente- Quiero descubrirlo mediante tu cuerpo. Quiero explorar y acariciar cada centímetro de tu piel blanca-sonrió brevemente- Eres muy hermoso. No seas tonto, quiero tu trasero, pero también quiero más. Lo quiero todo.

-¿Qué más quieres de mí?-estaba agonizando.

-Tu alma, tu corazón. Todo. Quiero que seas incapaz de vivir sin mí, porque yo justo ahora siento que no soy capaz de vivir sin ti-me miró a los ojos- Me haz quitado mi libertad y yo te quitaré la tuya, Joaco. Te voy a probar que puedo ser un jodido enfermo en la cama, pero que también te puedo adorar con cada parte de mi alma.

Sus palabras, sus caricias, todo lo que me decía y hacía... Terminaron por quitarme la poca razón que conservaba. Me recostó sobre el colchón, quitándome la camisa y se apresuró a bajar mi pantalón.
Miró atentamente mi erección por encima de la tela de mi ropa interior y él se apresuró a quitarse la única prenda que le quedaba todavía. Esta vez sí lo miré con atención. Era grande, definitivamente esa cosa dolería al ingresar.

Deseo # 1Where stories live. Discover now