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Algo lo había estado molestando cada segundo que corría lento y doloroso, miraba con vista nublada aquel último mensaje que dejó a su esposo, esa mañana había pensado que podría tener una mínima posibilidad de reconciliación. Era el único que se había emocionado por nada.

"¿Ocurrió algo Jean? ¿No puedes atender el teléfono?"

Ni siquiera lo había leído, ya habían pasado dos horas, la hora de la cena había terminado hacía rato, la madre de Jean había recogido a Jaqueline y a Vicchan desde temprano, estar solo únicamente sirvió para amplificar su ansiedad por lo que se había tomado la libertad de meterse en su coche y dirigirse a la empresa de su marido para comprobar por el mismo que todo estaba bien, la preocupación le estaba matando desde que había dejado doce llamadas que lo dirigían casi al instante al buzón de voz al número del alfa, y su mente había comenzado a correr, ¿Y si algo malo le hubiera pasado? Eso quedó descartado cuando vio las luces de las oficinas encendidas. Al apartar la mirada del celular la notificación de un nuevo mensaje estuvo cerca de hacerlo emocionar, por fin obtenía algo.

"Me quedaré hasta tarde en la oficina, algo surgió, no me esperes despierto."

Leyó, pero su corazón se encogió cuando le vio saliendo del edificio, ¿Para qué le había enviado ese mensaje entonces? Todo tuvo cierto sentido cuando unos instantes después salió el chico rubio con el que se encontró en el gimnasio esa mañana, le vio andar apresurado hacia la misma dirección por dónde se había ido Jean. instintivamente se hundió en su asiento como si tratara de ocultarse, como si el que estuviera cometiendo el error fuera él. ¿Por qué temía tanto ser sorprendido? Era él quien merecía explicaciones y el que podía permitirse sentir rabia ahora que estaba presenciando como era engañado. Siempre había hecho la vista gorda en cuanto a los comportamientos extraños de su marido, de sospechas nunca había pasado, era distinto a verlo con sus propios ojos, ahora entendía la importancia de la reflexión "ojos que no ven corazón que no siente", no debió haberse aventurado en algo tan devastador para alguien como él.

Su mente imaginó el peor de los escenarios y comenzó a morderse las uñas observando como el sedan salía del estacionamiento, ese chico viajaba en el asiento copiloto, el lugar que hace mucho él no ocupaba. Se propuso seguirles para acabar de una buena vez con las ideas que se formaron en su mente pero la entrada de una llamada lo distrajo de sus intenciones, era Viktor.


"Hola Yuuri ¿Está libre esta noche? Hay un lugar al que quisiera que me acompañe."

La voz de él era agradable, transmitía una seguridad en sí mismo, su voz era dos tonos más suave de lo habitual, le hacían sentir un sutil hormigueo en el vientre. Era cierto que se sentía irremediablemente apenado cada vez que Viktor hacía cosas por él, había estado tomando todo lo que el mayor se disponía a ofrecerle, y como sentía una terrible vergüenza y un sentimiento puro de deuda se llevó a cabo una lucha mental sólo para terminar rechazándolo. ¿Qué era esa calidez qué le humedecía la cara? No se había percatado de las lágrimas hasta que emitió la primera palabra que le había quebrado la voz pero aún así se esforzó por terminar la oración.

──Es imposible para mí esta noche, quizás otro día.

Notó que sus preocupaciones sobre su alfa desaparecían por momentos en cuanto la voz de este hombre le cosquilleaba en el oído, a lo mejor no era tan mala idea pasar un tiempo juntos. Se cubrió los labios para acallar un gemido cuando volvía a reparar en el agudo dolor instalado en su pecho, Viktor era quien lograba revelar sus sentimientos volviéndolo vulnerable y frágil como no quería sentirse frente a nadie, en su estómago flotaba una sensación de ardor debido a los nervios mientras cavilaba posibilidades para elegir un próximo movimiento, sabiendo que con su anterior respuesta estaba perdiendo una importante oportunidad, necesitaba arreglar sus palabras para expresar correctamente su cambio de opinión porque definitivamente merecía sentirse consolado, y la presencia de ese hombre era suficiente para recordarle que iba por el camino correcto, el hombre le motivaba a volverse la mejor versión de él. Y por supuesto, necesitaba calmarse, respiró profundo un par de veces manteniendo bajo control el llanto y controlando el temblor en su garganta.

DOCTOR DEL AMORWhere stories live. Discover now