VII.

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La hora de la verdad.

Joaquín sonrió al ver el interior hogareño de la cafetería, a pesar de la apariencia de cafetería parisina en el exterior.

-Pensé que sería una cafetería de moda...

Le escuchó decir mientras miraba a su alrededor con una amplia sonrisa curvándole los labios.

-¿Prefieres una cafetería de moda?

-No, este lugar tiene un ambiente genial -le respondió mirándolo a los ojos-. Buena recomendación, espero que el café esté tan bueno como dices...

-A mí me encanta -dijo con seguridad-. El verano pasado solía venir aquí y podía pasarme horas bebiendo café y leyendo un libro.

-Suena a un buen plan...

-¿Verdad?

Le escuchó reír de forma relajada mientras asentía. Se sentía feliz de ver que Joaquín era capaz de estar tan confiada y familiar en su presencia, además de la tranquilidad que le generaba el sentirse tan cómodo cerca de él.

Ordenaron un par de cafés y Joaquín se decantó por un trozo de pastel de chocolate, mientras que él había preferido beber sólo el café que disfrutó sorbo por sorbo. Joaquín charlaba de forma animada sobre la barbacoa que harían el fin de semana en la playa; incluso le platicó de los días en que él y su familia solían ir a la playa más cercana para pasarlo bien, sobre la comida de su mamá que tanto extrañaba, o las bromas y chistes de sus hermanos sobre la terquedad de su padre.

A sus ojos, Joaquín era todo un mosaico de expresividad y emociones; cada gesto en su rostro transmitía nostalgia o alegría, o incomodidad. Le fascinaba ver aquel destello en su mirada cuando le contaba algo sobre su familia, esa sonrisa cálida que no se cansaba de mirar.

-¿Nunca has viajado al lugar de origen de tu abuelo? -le preguntó de pronto, logrando hacerlo reaccionar y salir de su fantasía.

-No. Cuando teníamos planeado ir, la abuela enfermó y ya no pudimos viajar -explicó entristeciéndose de nuevo al recordar lo mal que se había sentido su abuela en ese entonces.

-Oh... -le escuchó exclamar tornándose serio-. Lo lamento...

-Si bien ahora está mejor, todavía tiene algunas crisis, la neumonía le dio fuerte y dejó secuelas...

-Eso es terrible, no poder disfrutar de las cosas con libertad, tu abuela debe sentirse agobiada.

-Más bien le ha dado por ponerse nostálgica -explicó-. Sobre todo en verano, como conoció al abuelo en verano y se casaron en verano, para ella es una estación especial.

-Debe extrañarlo mucho...

Bajó la mirada hacia la taza que yacía casi vacía sobre la mesa, frente a sus ojos.

-El abuelo Martín era muy bromista, reía casi todo el tiempo y la hacía reír un montón -le contó-. La tía Tammy, hermana de mi abuela, solía decir que antes de conocerlo, ella era más cauta, pero mi abuelo la hizo libre.

-Tienes una familia genial.

-Lo sé... -musitó pensativo.

-No pretendía ponerte triste, lo lamento -le escuchó decir apenado-. La verdad tu hermana me dijo que el último verano fue molesto para ti...

-¿Anabel?

Joaquín asintió en respuesta. Sintió escalofríos, no podía imaginarse qué tanto podía haberle contado su hermana a su interlocutor; y considerando que Rosie sabía que su amigo era gay, y también conocía lo sucedido entre él y Robert, tuvo ganas de salir corriendo.

[BL] Una vez en la vidaWhere stories live. Discover now