Capitulo 2

272 18 0
                                    

Oh, no. Aquí venia el discursito del primer amor de nuevo. Cerré los ojos, los volví a abrir y la miré.

—Aunque no parezca he superado todo lo referente a Austin, es solo que la situación seria incomoda, ya sabes. No es que sienta algo por él, fue hace mucho tiempo ya. ¡No me mires así! ¡Te dije que ya no pasa nada! Es que siento que va a ser extraño para él. Y aunque hemos terminado bien, limpiamente y sigamos siendo amigos... ¡El pasado existe! Pero esta vez va a ser diferente, tengo que cortar de una vez por todas, limpiar hasta la última migaja de nuestro pan— La analogía del pan era nueva— Por eso te estoy pidiendo este favor.

—Todo el mundo sabe que somos amigas, porque no le pides ayuda a otra persona—Sugerí mientras miraba en el plano que tenía en la mesa siguiente al escritorio.

— ¡Tienes que ser tú, Lern! Eres la única en que puedo confiar. Además, piénsalo, solo nos veremos el viernes y vaya a saber Dios cuando nos rencontraremos. La última vez paso cuatro años. —

—No me convence, además... ¿No es demasiado infantil lo que estás haciendo? Es decir, terminaron hace cinco años, Mahone afortunadamente no debe ni acordarse de tu nombre. En cambio, yo, aquí me encuentro intentado hacer una estúpida maqueta para Arquitectura, mientras tengo que soportarte por no sé cuántos años más. —

—Si no necesitara tu ayuda tan desesperadamente, me hubiera ido ofendida— Me dijo, mientras acariciaba el dorso de mi mano con la palma de la suya.

—Ya no sé qué más decir para que te vayas—

—Quizás sirva que digas que me ayudarás— sugirió mientras enredaba sus dedos con los míos

—Me conoces lo suficiente para saber que un No, es un No— dije mientras desenredaba mis dedos y tomaba más papel de la caja que tenía en el suelo.

Los minutos que nos quedamos en silencio me supieron a gloria, pura y liquida.

No podía entender porque tenía tanto empeño en hacer aquello. Era tan infantil. Pero había aprendido hace muchos años a no dejarme llevar por su corriente. Solo la dejaba estar y ya. Si no fuéramos amigas desde que nacimos, la hubiera ahorcado ya hace mucho tiempo.

De repente, y tomándome totalmente desprevenida, Camila tomó mi preciada maqueta entre sus manos y se alejó unos pasos de mí.

—O me dices que sí, o tiró tu estúpida maqueta al piso— dijo mientras la levantaba el aire.

Mi cuerpo se heló completamente. Sobre sus menudas manos se encontraba tres semanas de acostarse a altas horas de la madrugada, la mitad de mi sueldo y el 70% de la sangre que corría por mis venas.

—No te atreverías—dije desafiante.

—Pruébame—contestó mientras hábilmente, sacó una de sus manos de la base de la maqueta, dejándola suspendida en el aire con una sola.

— ¡Bien! ¡Lo haré! – grité, mientras me acercaba corriendo a su posición y en forma delicada le sacaba mi maqueta de sus manos.

—Gracias, Lolo. Eres tan buena amiga— dijo mientras me abrazaba por detrás.

—Pequeña, maldita manipuladora...— Susurré

— ¿Qué decías? —preguntó.

—Nada, un placer ayudarte. —

Faltaban exactamente tres días para el viernes. Y en esas 72 horas cocinó mi cerebro a fuego lento. Me había repetido tantas veces el plan que ya me lo había aprendido de memoria. Hace dos años que salíamos, luego de un romántico suceso en donde, corrí debajo de la lluvia para impedir que se vaya a estudiar diseño al extranjero nos dimos cuenta que nos amábamos incondicionalmente y teníamos planeado morir juntas. Ah, me olvidaba y en el medio íbamos a alquilar un departamento en plena ciudad, de un piso entero. También íbamos a adoptar un perro. Creo que se llamaba Manchitas.

FavoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora