Capitulo 3

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Me di cuenta que hacia un frió abrasador, cuando el espejo del auto se empañaba todo a cada segundo que pasaba manejando. Pisé con fuerza el acelerador, si llegaba tarde a pasar a buscarla, Camz me mataría. O haría algo peor. Destruiría mi preciada maqueta. Y no pensaba correr el riesgo.

Al llegar a la puerta de su departamento, me bajé del auto y toqué el timbre.

— ¿Quién es? — contestó la voz de Camila, sonaba muy sensual.

—El Cartero...—dije, luego de unos segundos proseguí— ¡Camz!, ¿Quién va a ser?

—Que gracioso. Ahora bajo—

Pasaron 15 minutos desde nuestra última charla. Estaba con mi espalda apoyada contra la pared lateral del edificio. De repente, la puerta principal de vidrio se abrió y Camila salió de ella. Estaba realmente hermosa. Tenía puestos unos pantalones de tela negro, muy ajustado. Llevaba puesta una blusa, tipo corset de color blanco con un abrigo color beige.

— ¿Qué te pusiste? — Su grito me sacó del trance.

— ¿Por qué? — pregunté mientras miraba mi blazer de vestir.

—Esa cosa que llevas puesta es horrible— dijo mientras se daba vuelta para dirigirse dentro del departamento de nuevo.

— ¡No! — Le grité mientras intentaba tomar su brazo, no quería tener que volver a esperar otros 15 minutos.

Pero fue demasiado tarde, ya había entrado. Para sorpresa mía, solo tardó unos minutos. Cuando la puerta se abrió observé que llevaba una gran bolsa de cartón de color crema. Al abrirla, sacó un hermoso abrigo color negro con cierres en dorado.

— ¡Ten! — Me dijo, mientras a la fuerza me sacaba mi blazer de vestir.

—Tu eres más pequeña que yo, nunca me entraría— dije

— ¡Cállate y póntela! — Me contestó mientras abría el baúl de mi auto para guardar el blazer.

Cuando me la puse, noté que me quedaba a la perfección. Como si fuera hecha a mi medida.

—Me queda perfecta— dije, mientras entraba en el auto— ¿De dónde la sacaste? —

—Lo tenía por ahí— Me contestó, mientras entraba también.

— ¿Dónde la compraste? Podría ir a la tienda también, quizás haya más ropa...—

—Es una tienda especial, nunca la encontrarías. Si tanto te gusta te la puedes quedar— dijo. No sé porque su mirada evitaba la mía.

— ¿En serio? ¡Genial! — Y puse en marcha el motor.

Llegamos justo a la hora que habíamos quedado con nuestros compañeros. Una vez que estacioné el auto, nos dirigimos caminando hacia el Bar. Cuando estábamos por entrar por la puerta, sentí como la mano de Camila se aferraba a la mía. Sin darme tiempo a reaccionar, entramos en el lugar.

Era un Bar realmente muy moderno. Bien fiel al estilo americano. Divisé rápidamente a todos nuestros compañeros sentados en una de las mesas más grandes. Instintivamente, empujé a Camila para que nos dirigiéramos allí. A cada paso que nos acercábamos, la presión que ejercía Camila sobre mi mano iba en aumento. Una vez que divisé uno por uno los rostros, noté que Austin Mahone no se encontraba allí. Mágicamente la presión sobre mi mano desapareció.

— ¡Hola a todos! —Saludó Camila, con su infantil tono, que le era característico.

Un ¡ooh!, masivo se escuchó cuando notaron nuestras manos unidas.

— ¡Ya era hora! —exclamó Dinah, mientras se levantaba para saludarnos. — ¿Cómo han estado este tiempo? Supongo que estuvieron ocupadas—Nos guiñó el ojo— ¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿4 años?

—Si...— dije mientras soltaba la mano de Camila— ¿Cómo has estado Dinah? —

Dinah siempre había sido una buena compañera en la secundaria, a pesar que no éramos muy amigas, sabíamos que podíamos confiar una en la otra.

—Bien, estudiando y trabajando mucho— contestó mientras se sentaba y nos cedía dos asientos a mí y a Camila.

— ¿Y que estas estudiando? — pregunté, mientras notaba como Camila hablaba distraídamente con los demás chicos del curso.

—Medicina, ya estoy en el último año ¿Y tú, Lauren? —

—Arquitectura. —

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