Final

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Habían pasado exactamente dos meses desde que había sucedido el incidente del Bar. Me encontraba manejando el auto hacia la cafetería que quedaba a unas cuadras de mi trabajo. De repente, mi celular sonó. Me coloqué los auriculares manos libres y atendí la llamada.

— ¿Diga? —

— ¡Osita de chocolate! — Odiaba sus apodos amorosos, pero estaba tan enamorada que me tenía totalmente dominada.

— ¿Pasó algo? — pregunté

— Siempre tan fría... ¡Te extraño! ¿Dónde estás? — Se calló por un segundo— ¿No estarás con alguien más? —

—Estoy en el auto—contesté, mientras dejaba escapar una gran cantidad de aire— Yo también te extraño, tengo que hacer un par de trámites y voy para el departamento. ¿Quieres ir también y cenamos juntas? —

— ¿Puedo quedarme a dormir? —preguntó, mientras que por arte de magia su voz cambiaba de tono.

— ¿Alguna vez hiciste caso a lo que yo te digo? —

—No, nunca. ¡Te amo! Compré un nuevo pijama. Tienes que verlo. Prometo hacer una rica cena. Nos vemos— Y luego me cortó

Dejé escapar una risita, mientras estacionaba el auto cerca de la cafetería.

Una vez adentro, me senté en una mesa vacía y esperé a que me trajeran el café que había pedido. De repente una voz me habló:

— ¿Cómo has estado? —

Cuando levanté la vista, noté como Austin Mahone me sonreía.

—Todo más que bien—contesté

—Tengo poco tiempo, lo siento— Me dijo mientras se sentaba en frente mío.

—Descuida, yo también— dije mientras me llevaba a los labios el café que recién me habían servido—Solo quería agradecerte el enorme favor que me hiciste hace dos meses.

—Ya te lo dije, no es nada. —

—Para mí, sí. Lo es todo. Ahora y siempre lo será—dije mientras notaba un ardor en mis mejillas.

—Estas muy enamorada ¿eh? —Me dijo en tono burlón— Verte así hace que me alegre de haberte ayudado. Lo que nunca entendí es porque Camila, no sospechó nada. Con lo inteligente y rápido que es. Es decir, no nos habíamos visto la cara 4 años y de la nada queríamos un rencuentro— Se río mientras se acomodaba la corbata.

—Sí, es verdad— Mientras me reía también.

—Siempre tuve la duda... ¿Cómo sabias como iba a reaccionar? Es decir, que iba a pedirte que fingieran—

—La conozco como la palma de mano. Sabía que su gran orgullo la iba a comer por dentro si se encontraba contigo. Lo más probable es que alucinara que te burlarías de ella o algo. Era inevitable. Siempre fue y será muy infantil. —

—Pero eso es justamente lo que te encanta de ella—dijo mientras contenía la risa.

No contesté, en cambio le devolví la sonrisa.

—Yo también tengo una duda—dije de repente— ¿Por qué aceptaste ayudarme? Es decir...—

—Porque Camila siempre estuvo enamorada de ti. Todos lo sabíamos. Cuando comenzamos a salir, pensé que podía cambiar ese hecho. Pero con el correr del tiempo me di cuenta que no era así. Y eso me asustó. Tanto que el miedo me hizo actuar de una forma que no soy. Le debía un favor. Cuando me llamaste, esa tarde, recordé todas esas cosas. También recordé lo mucho que tú la amabas. A pesar que solo la fastidiabas, se notaba que era tu universo. Ella se movía y tú te movías en sincronización. —

Luego de mirarnos por unos segundos en silencio, dije:

—Gracias por el favor. —

Se río mientras se levantaba. Una vez que nos dimos la mano, Austin desapareció por la puerta de la cafetería.

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