2010: Canción de cuna (Camus/Milo)

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Los tiempos estaban cambiando en el santuario. Después de algunos meses sin noticias sobre su paradero, Saga de Géminis fue declarado desaparecido. La persona que había sido asignada como ayudante del futuro patriarca simplemente se había desvanecido en el aire, dejando detrás un templo vacío.

Aioros sentía el peso de la responsabilidad cayendo sobre sus hombros con una fuerza imponente, y aunque estaba dispuesto a aceptarla, le inquietaba atravesar las doce casas y encontrarse con un ejército de guerreros que no superaban los diez años.

Volvía de la sala del patriarca de camino a su propio templo, cuando en el templo de Acuario Camus fue a su encuentro. Parecía haber estado esperando por él, y su expresión preocupada no tenía nada de infantil. Vestía su armadura dorada. A pesar de que la portaba con orgullo y ella se adaptaba a su cuerpo, Aioros seguía encontrándola demasiado grande para él.

―¿Has visto a Milo? ―preguntó el acuariano con seriedad después de un breve saludo.

―¿Milo?

―Nadie sabe dónde se metió ―murmuró Camus.

Aunque el pequeño mantenía su prestancia, Aioros podía ver que estaba tenso. Sus dedos inquietos toqueteaban los contornos de su armadura, y su voz levemente temblorosa lo traicionaba. Aioros puso una mano sobre su cabeza, olvidando que Camus no era demasiado afecto a ese tipo de demostraciones.

―Está bien, no te preocupes. Iré a dar una vuelta a ver si lo encuentro ―dijo Aioros sonriendo. Camus asintió con agradecimiento, aliviado por la respuesta.

Dispuesto a poner manos a la obra de inmediato, Aioros se dirigió a la salida del templo, pero antes de alcanzarla escuchó unos pasos cortos que lo seguían, y la voz de Camus que le hablaba en voz baja.

―¿Puedo ir contigo?

Aioros se detuvo, y sin darse la vuelta extendió la mano hacia un costado, esperando pacientemente a que Camus se decidiera a acercarse y aceptara tomarla. Cuando Camus cedió fue que comenzó la tarea de búsqueda.

No había rastro de Milo en Escorpio, ni tampoco sabían de él en ninguno de los otros templos que visitaron. Sin embargo, Aioros se mostraba confiado. Tenía su propia sospecha, y un presentimiento que se volvía cada vez más fuerte cuanto más se acercaban al templo de Géminis. Sabía cuánto Milo adoraba a Saga, a quien veía como a un hermano mayor, e imaginaba que sería especialmente difícil para él aceptar su desaparición.

El templo de Géminis estaba aparentemente vacío. La noche estaba avanzada, pero el interior de la tercera casa se veía aún más oscuro que el cielo nocturno. La entrada parecía ser un portal hacia ninguna parte, la boca de un animal dispuesto a devorar todo lo que se le cruzara por delante.

Perdido en el medio de esa negrura, tal como Aioros lo había anticipado, estaba Milo. Escondiéndose en un rincón y disimulando su cosmos, podía pasar fácilmente desapercibido para muchos, pero Aioros pudo sentir su desasosiego aún a través del esfuerzo que hacía por ocultar su presencia.

Sin querer invadir violentamente su espacio, Aioros dejó que un cosmos cálido lo rodeara, iluminando tenuemente la oscuridad, y se acercó con lentitud al lugar donde Milo estaba acurrucado. Se mantuvo en silencio, esperando a que el propio Milo hablara, y le indicó a Camus que hiciera lo mismo.

―¿Saga no a volver? ―preguntó finalmente Milo.

Aioros tomó esta pregunta como un signo de que podía acercarse más, y así lo hizo. Se arrodilló frente a él y vio que tenía el rostro enterrado entre sus brazos, que estaban cruzados sobre rodillas.

Oneshots BL de Saint Seiya (Lost Canvas+G+clásico)Where stories live. Discover now