Secuestro

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El problema era que, las promesas eran simples palabras que desaparecen con el tiempo.

—Las gemelas tienen hambre— decía Henry intentando separar a Isabel de sus brazos

—Creo que está enamorada — dijo Mariann cargando a mi pequeña hija.

—Agu, agu, agu... aba la boquita mi niña... ahí viene el avionsito— decía el rey Guillé alimentando a Helena

—No Es la única —reí ante los dos hombres de la casa completamente hipnotizados por las niñas.

—Hacemos bebés bonitos— dijo Henry abrazándome por la espalda y trazando círculos en mi vientre abultado.

—Definitivamente los hacemos —concedí

A unos pasos de la felicidad me detuve, mire a mi alrededor mientras mi mundo se desmoronaba ¿Qué había hecho? ¿Qué sucedía?

—¡LUKE!— grité desesperada— ¡Luke!— lloré desconsolada.

¡Marie! —me despertó Henry sacudiendo mis hombros —Mar... Mar ¿Estás bien?— mi respiración era difícil y la cabeza me daba vueltas, sudaba frío.

—S...sí—aclaré mi garganta— ha sido una pesadilla— una horrible pesadilla. Henry beso mi frente y me recostó en su pecho desnudo, mis manos se aferraron a sus costados y aspire su delicioso aroma para calmarme, sin embargo eso no me hizo recobrar el sueño.

Un mes había pasado ya desde que mi padre había muerto, el calor era casi insoportable, las cosas entre Henry y yo parecían mejorar gradualmente, los niños eran felices, mi madre había venido a visitarnos y Eliza aún se quedaba a nuestro lado. Las cosas en el palacio español eran otra cosa.

Los padres de Carlos habían conspirado para bajar a su hijo del trono y al Henry y Alessandro rechazar la corona se abrió una investigación por traición; pues ya no había más motivos para alejar al joven rey de su trono y su padre seguía buscando excusas del porqué no podía reinar... un embarazo, de su legítima esposa no era razón en absoluto.

Todo parecía solucionarse pero la voz de Nicole aún aparecía en mis sueños, ya no concilié el sueño por las siguientes semanas, el cansancio me vencía por los días, pero mi mente rondaba en sus palabras "Marie Evangeline va a pagar por todo lo que me ha hecho" ¿con quién hablaba? ¿Qué iba a hacer? Sabía que no había sido sólo un sueño, deseaba que sólo hubiera sido un sueño.

—Henry, los alemanes vienen en camino— dije corriendo de un lado a otro ayudando a Juliette con los niños— necesitamos otra niñera —sugerí riendo sacando a Luke debajo de la cama, su escondite favorito.

—¡Marie! Los alemanes vienen en camino— gruño Henry sin escuchar una palabra de lo que le había dicho— Vaya... qué recibimiento— sonrió ante mi mirada asesina pues me encontraba agachada bajo la cama en vestido corto intentando sacar a nuestro hijo que se rehusaba a usar su traje real.

—¿Me ayudas?— le sonreí con falsedad, aunque me encantaba su lado juguetón.
Henry logró sacar a Luke con la promesa de una gran bola de nieve de chocolate después de la cena, mi pequeño duquesito aceptó el trato y comenzó a vestirse en las ropas que tanto le incomodaban, Isabel bailaba en su vestido de fiesta rosa fucsia y Helena se quitaba los moños azules de la cabeza, despeinándose. Al final Henry con sus ropas de fiesta ató una medalla que traía su saco de gala en el pequeño saco de Luke.

—Eres igual a papá— sonrió a nuestro hijo a quien se le iluminaron sus preciosos ojos verdes.

Cargando a nuestras niñas y de la mano con Luke bajamos las escaleras, la familia real de Francia y futura de Inglaterra recibiendo a nuestros invitados alemanes, altos, rubios y fornidos, eran intimidantes pero de gran corazón. Después de unas cervezas decidieron ir a descansar, el viaje había sido cansado y ya era tarde... y comenzó la pesadilla.

Ever After Where stories live. Discover now