1° PARTE, EL DESPERTAR

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Desperté. Mi cabeza daba vueltas terriblemente, mis labios contenían un desierto dentro de sí mismo y mis ojos apenas veían colores grises entre ases de luz. No recordaba mucho de lo que me había sucedido.

Yo vivía en Venezuela, con mis dos pequeños niños y mi familia. En un bote nos trasladaron a México para podernos resguardar en bunquers adecuados para la catástrofe, pero hubo un ataque hacia dicho barco por parte de aquellos seres y a muy pocos nos pudieron salvar. Recuerdo que uno me mordió, pero jóvenes militares atendieron mi herida, que al parecer todavía seguía en carne viva. ¿Cuánto llevaba dormido? Era mi gran interrogante, después de todo ese sería el lapso lejos de mis pequeños.

Intenté levantarme, me encontraba en una pequeña cama de esas que dan gracia porque se doblan por la mitad, a mi alrededor habían varias de ellas pero totalmente vacías, con sus sábanas impecables sobresaliendo en esa habitación colore gris. Afuera se escuchaba mucha gente, y mucho escándalo.

Una joven de unos veintitantos entró a la habitación acercándose a mi rápidamente, tomando mi temperatura y revisando en una pantalla mis signos vitales. Por su bata deduje de inmediato que era la doctora de ese lugar.

–Buenos días dormilón –Dijo con coquetería – llevas dormido seis días, ¡Ya hasta te dicen el bello durmiente!
–¿¡Seis días?!–Grité –Es imposible.
–Me temo que no cariño, médicamente lo acabas de comprobar.
–¿Dónde me encuentro? ¿Quién es usted?
–Mi nombre es Melisa Moore, soy la doctora de este "Bunquer" –Dijo haciendo comillas en el aire –Fuiste uno de los pocos rescatados lamentablemente, pero los que venían contigo se repartieron en otras zonas.

Me levanté un poco para poderme sentar, me sentía un hombre de 1000 años.

–Toma esto –Dijo ella– te va a ayudar con el malestar.
–Debo volver con mi familia.
–Me temo cariño qué como te dije, los tienen repartidos a los sobrevivientes, dudo mucho que ahora puedas averiguarlo. Por ahora necesito que en cuanto estés bien, me acompañes para hacerte un registro. Básicamente eres un fantasma.

No entendía bien a aquella mujer, realmente apenas mi cerebro conectaba con la realidad.
La mujer salió de la habitación dejándome totalmente solo. Por el pasillo se lograban vislumbrar varios hombres vestidos con ropa con colores de camuflaje, algunos solo con un pantalón y sin playera. Parecían bastante alegres aún sabiendo que la tragedia los rodea.
Me levanté, y aunque parecía un fantasma con la bata de enfermo y mi suero al lado, debía saber donde demonios estaba. Caminé por los pasillos y todo con el que me cruzaba me daba el paso como si fuera un anciano, sí me sentía como uno.
Después de caminar durante casi 20 minutos, encontré un escritorio con una mujer sentada detrás de él. Esta era más robusta pero daba un aire tranquilo.

–H-Hola –Dije débil mente – quisiera pedir información sobre...
–¡Pero qué barbaridad! –Dijo alarmada –Muchacho pareces un vago, y la barba no te favorece bastante. Ven, te llevaré a que te den algo de ropa decente.

La mujer dio la vuelta al mostrador y me llevó del brazo como el enfermo que parecía. Hablaba mucho aunque no entendía absolutamente nada.
Me llevó a lo que parecían unos locker, cada uno con sus respectivos números. Parecía baño de escuela secundaria estadounidense, solo que con hombres armados a medio vestir.
Automáticamente recibí todas las miradas y algunos comentarios en voz baja, yo aún estaba bastante consternado como para pensar en ello. La mujer me acercó hasta un soldado de piel oscura que estaba arreglando sus cosas.

–Thomas–Dijo muy alegre–Este es el muchacho nuevo, apenas se está adaptando a todo así que quise traerlo contigo.

Detrás de un fantasma. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora