Los mejore planes

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Ella solía hablar sobre sus planes de vida, es algo neurótica y le gusta tener todo bajo control. Dice que su cabeza a veces es un caos que no puede controlar aunque lo intente así que al menos le gusta poder controlar lo demás. Recuerdo leer sus planes de vida, tenía todo en aquella carpeta marrón. Sonreí porque Amelia no hace nada en la media, ella es excelente incluso en esos pequeños detalles.

-Soy obsesivo compulsivo en algunas cosas.-me dice ella.- Sabes que me gusta saber que va a suceder, hacer planes me ayuda a mantener el control.

Ella me enseño los esquemas y me explico como los iba a ir ordenando por años. Fui paciente con ella y la escuché. Siempre me pareció intrigante esa parte de ella, aquella parte que lo quiere controlar todo, la que tiene todo en orden. En casa le gusta que todo esté ordenado y suele darse cuenta en seguida cuando algo cambia de lugar. A veces solía mover las cosas más pequeñas para saber si ella se daría cuenta y lo hacía, a menos que hubiera tenido exceso de trabajo, ella solía darse cuenta casi enseguida. Ella tiene un armario solo para ella donde tiene clasificada su ropa por color y diseñador, sus zapatos tienes una organización aún más complicada. Me hizo dormir en el sofá por tres días por mover uno de sus pares de zapatos, desde aquel incidente me veto de su armario y me prohibió poner un pie ahí. Ni siquiera cuando ella se fue pude entrar ahí, se sentía mal pisar aquel lugar que es como su santuario.

Énoument.

La agridulce sensación de haber llegado en el futuro ver como resultan las cosas pero no poder contar tu pasado. Ese es el significado de Énoument, una de las palabras favoritas de Amelia. La lleva tatuada en su muñeca izquierda, en letras pequeñas. Ella dice que aquella palabra le produce nostalgia, que le gusta como suena cuando la pronuncia, que le gusta su significado.

Nicolás, Nicolás, Nicolás ¿Porqué nunca estás en casa?

Nicolás ¿Dónde estás?

Su voz firme al inicio, siempre hablaba con seguridad, con aquella fuerza que la caracteriza.

Nicolás.

Su voz se vuelve algo triste, tiembla a veces mientras dice mi nombre, su mirada también va cambiando. Yo no me doy cuenta de eso, le atribuyo esos cambios al trabajo. Tenemos mucho trabajo esos días. Yo me siento estresado y tal vez ella también lo esté.

Nicolás ¿Podemos hablar?

Ella siempre dice mi nombre de aquella forma peculiar, nadie dice mi nombre de la forma en que ella lo hace. Ella repetia mucho mi nombre en aquellos meses, lo dice una y otra vez esperando que yo responda, suena cansada, frustrada y rota. Nunca satisfecha y eso debió ser mi llamada de atención porque ella siempre dijo mi nombre de aquella forma especial y eso se fue. Pero ella me pidió que me fuera, ella me exigió irme y yo fui paciente con ella. Me seguía diciendo que debe ser el trabajo, debe ser el estrés de algún caso. Las botellas de vino suelen estar vacías sobre la mesa y una copa con residuos de vino siempre me esperaban en la mesa cuando yo llegaba tarde a casa. Ella dejó de esperar a que yo llegará y no la culpo. A veces no estaba cuando yo llegaba y cuando le preguntaba donde estaba ella no respondía y solo se alejaba de mí.

Nicolás.

Casi al final ella dejó de decir mi nombre, lo decía rara vez, como si el sonido de mi nombre le molestara y le doliera al mismo tiempo. Pero ¿No fuiste tú quien me pidió que me alejara, Amelia? ¿No fuiste tú quien dijo que no quería hablar conmigo? Fuiste tú quien dijo que todo fue mi culpa, me culpaste por la muerte de nuestro hijo y me pediste que me fuera. 

Por favor, no dejes de amarme ✔Where stories live. Discover now