Instinct [Beastars One Shots]

Instinct

- ¿Legoshi? ¿Todavía estás aquí?

Esa silueta recortada a contraluz en la puerta era inconfundible.

La postura desgarbada, las orejas gachas y esa sonrisa afilada que se escondía tras su hocico.

- ¿Habéis terminado ya?

- Sí.

- Vale, mejor.

Al lobo le rondaba algo la cabeza, eso seguro.

Louis le había pedido a Legoshi que le echara una mano aquella noche, quería perfeccionar algunos aspectos de la obra antes del estreno y, atendiendo a los últimos acontecimientos que habían tenido lugar en la escuela, violar el toque de queda no era la mejor idea si quería aspirar a convertirse en el nuevo Beastar. Legoshi tenía que quedarse en la puerta y avisar si se acercaba alguno de los profesores que se turnaban para hacer la guardia. Si no había moros en la costa, podía irse, tampoco quería que él, un carnívoro, se acabara metiendo en problemas.

- ¿Ha pasado algo ahí fuera?

- No, ¿por qué lo preguntas?

Estaba rehuyendo su mirada más que de costumbre.

Como herbívoro, podía escuchar el latido de su acelerado corazón, las fosas nasales dilatas y las pupilas más grandes que de costumbre.

Un cazador insatisfecho.

Sus instintos lo impulsaban a huir hasta tal punto que sentía espasmos en las piernas mientras se acercaba a su compañero.

- Estás más raro que de costumbre.

El silencio fue la única respuesta.

Examinó al cánido de arriba abajo, no había ningún cambio notable.

Salvo...

Quizá...

Ese olor que le resultaba familiar.

Cuando Legoshi fue consciente de Louis se agrandaban lo estaba olfateando no pudo hacer otra cosa que apartarlo de un empujón, en una improvisada huida hacia el cuadro de luces del que era responsable. No había hecho nada malo, simplemente había tenido un momento de debilidad y se había abalanzado sobre una compañera. No la había herido, ni mordido ni nada por el estilo. Un desliz puede tenerlo cualquiera.

- Quizás debería probar las luces, ya sabes, por si ha habido algún cambio en la escenografía – farfullaba de espaldas.

- No, no lo ha habido.

La presa se volvió el cazador, y a pesar de la brizna de terror que seguía pendiendo de su cabeza, se acercó al lobo, enmarcando su silueta con sus brazos, apoyados en la pared.

Olfateó de nuevo, y pudo escuchar el momento preciso en el que Legoshi tragó saliva.

- Hueles a herbívoro. A conejo, para ser más exactos.

¿Por qué siempre ponía esa cara de culpabilidad?

- ¿No será que por fin has abrazado tu naturaleza como carnívoro, Legoshi?

A pesar de que era bastante más alto que él, no se movió.

Ni lo apartó.

Tampoco respondió, pero el ciervo estaba acostumbrado a sus silencios.

Más bien, estaba harto de ellos.

- Louis, yo...

Un susurro que fue aprovechado sin demora, de modo que el lobo se vio obligado a abrir la boca, mostrando esos colmillos, punzantes y afilados a la luz de la luna.