SOONYOUNG

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Recuerdo mucho ese día cuando papá me ayudó a subir a la cama donde mamá reposaba con mi hermanito en brazos. Yo ya conocía a Chan, lo conocía cada vez que tocaba el vientre de mi madre y cuando le contaba sobre mis caricaturas favoritas. Lo conocí cuando me respondía con golpesitos que daba dentro de la panza y cuando soñaba como sería crecer con un mejor amigo, pero ese fue el primer día que mis ojos lo vieron. Estaba tan pequeño, calvo y dormido. Yo era muy chico para entender lo que significaba ser un hermano mayor pero sabía que la misión de Chan era ser feliz y la mía era que lo lograra por encima de todo.

Fuimos muy unidos desde pequeños, porque Chan era tímido y yo bastante social. Solo cuando estaba en el kínder andaba por su lado pero la maestra decía que constantemente preguntaba por mi.

Teníamos esa conexión que pocos hermanos tienen porque nunca peleaba con él, si quería un juguete mío se lo daba, aún cuando fuese mi favorito, porque Chan era aún más favorito para mi.

Entonces pasó el tiempo y pasaron cosas que requirieron de una plática de papá en la mesa de jardín.


—Mamá y yo viviremos separados...—había dicho él y aun cuando intentó sonar suave la verdad se escuchaba mucha pena en su voz.

—¿Ya no vamos a vivir todos juntos?—había preguntado, él negó con la cabeza. Recuerdo haber llorado mucho ese día porque amaba a mis padres y a nuestra familia de cuatro.


Chan tal vez no había entendido, él no lloró, se mantuvo calmo y dormía conmigo todos esos días en que estuve enojado con papá por irse y con mamá por dejarlo partir. Yo no sabía que ellos tenían problemas, que papá ya no la amaba, yo creía que papá ya no nos quería a nosotros y por eso se había ido.

Él a veces iba a visitarnos pero aun recuerdo haberme negado a verlo varias veces, solo era Chan quien iba a recibirlo y se quedaba con él contándole como le iba en el jardín.

A veces mamá no dormía, eramos solo nosotros tres en casa y le veía por las noches deambular por la cocina y hablar sola. Al principio pensé que era normal pero después empecé a sentir miedo porque había gente que podía hablar consigo misma pero mamá hablaba con personas que no estaban, que no podíamos ver. Creí que serían fantasmas, que sería algo terrible que la agobiaba porque a veces jalaba una silla y la ponía delante de la esquina de la pared y comenzaba a llorar mientras se daba de cabezazos contra ella.

Por la mañana ella estaba tranquila, hacia el desayuno y fingía no tener esos golpes en su frente como si aquello nunca hubiera pasado.

Un día papá llegó por nosotros, nos pidió hacer nuestras maletas y aunque seguía enojado con él no pude decirle que no por ser adulto. Recuerdo haber tomado la mano de Chan e irme pero al dar la vuelta vi a mamá llorando.


—¿Mamá no vendrá por nosotros?—pregunté pero nadie me dio respuesta.


Ella no fue con nosotros, hasta años después supe que mamá estaba enferma, un pequeño que iba en primaria no podría entender lo que es la esquizofrenia. Cuando nos separaron algo se rompió en ella y su salud empeoró. Mis abuelos se hacían cargo de ella tanto como podían pero a veces solo no estaba lucida, no recordaba a nadie ni siquiera a ella misma.

Terminé de entender que las cosas estaban irrevocablemente mal cuando mamá intentó llevarse a Chan de la escuela. Estuve muy asustado cuando me dijeron que mi hermano estaba en el hospital. Ella lo había tomado en brazos y al intentar escapar un auto los arrolló. Chan casi muere ese día pues recibió mayor parte del impacto, mamá estaba fuera de peligro pero sedada por sus ataques y gritos que incomodaban a otros pacientes.

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