Chile en llamas

Trabajo y empleados

Una vez más se volvían a encontrar, Michell y el hombre con quien tantas veces había tenido que reunirse Mauricio para coordinar los "sucesos" en el sur; al menos así era como les decían a los incendios. Ambos intercambiaron una mirada de complicidad y ligeramente curiosa. Un restaurant en Viña del Mar, uno de esos tan costosos que se encontraban en la Avenida Perú, de aquellos que solo se podía ingresar con una reserva y una abultada cuenta corriente. Para Michell no era problema. Miró la carta, los precios era irrisorios, el vino barato en comparación con los que tendían a consumir, los platos nada comparados en valor si se pensaba que por lo general comía en los lugares más caros de todo Chile; restaurantes con los que la mayoría de los chilenos ni siquiera podrían imaginar en entrar. Para ella eran cosa de todos los días. Hizo una seña al mozo, en realidad movió ligeramente su mano, eso debía ser suficiente para que éste acudiera de inmediato, así fue, los clientes que asistían a eso lugar esperaban ser atendidos apenas decidieran qué consumirían. Indico un nombre en la carta junto a uno de los vinos más caros. Jamás se apartó de su rostro aquella sonrisa seductora que provocaba una extraña incomodidad en todos los hombres, casi como si los fuera a devorar con la mirada. Era imposible no sentirse intimidado por ella.

-Aquí estamos una vez más - el hombre dejo que una mueca, mixtura de burla e ironía decorara su rostro mientras jugaba con los dedos sobre un muslo-. ¿Qué quieres hablar conmigo?

-Unos detalles, nada más- respondió mientras cruzaba las manos dejando a la vista solo sus ojos, unos que parecían ser los de una tigresa que ha encontrado su presa.

Él por su parte dejo caer su cuerpo sobre el respaldo de la silla, casi como si esos ojos le fueran indiferentes; se podría decir que era uno de los pocos hombres a quienes no le parecía intimidar la seductora y arcana actitud de Michell.

-Si me llamaste para hablar de unos detalles me retiro en este momento, tengo mucho trabajo que hacer, soy un hombre ocupado.

-Lo sé, - dijo a la vez que sacaba las manos y dejaba ver sus rojos labios- en realidad es algo importante, es sobre nuestro amigo en común.

-El diputado ese que pusiste en contacto conmigo, - movió el rostro en señal de desagrado - me tiene cansado, ha hecho solo estupideces, cree que está al mando de todo, no tiene idea que fuimos nosotros quienes lo encontramos, es soberbio y me hace difícil el trabajo, se la pasa pidiendo informes y cosas sin sentido... de no ser por él no estaríamos metidos en el problema que tenemos.

-Entiendo tu perspectiva, - resaltó la última palabra- sé que puede ser molesto, en realidad lo es bastante, como la mayoría de los políticos con los que tengo que trabajar, pero así es este empleo. Hay que hacerlos sentir y creer que tienen cierto grado de control de lo contrario no hacen lo que les corresponde, mientras más control creen que tienen 'más propio asumen el proyecto de ley y se esfuerzan más en que salga adelante, como si su honor estuviera en juego.

El mozo llego con su pedido, no hizo ruido ni dijo palabra alguna, Michell le había indicado que no les hablara, que no deseaba ser molestada hasta que le pidiera la cuenta. Así lo hizo el joven. Dejo los platos y se marchó sin más.

-Así es la futilidad de la política, una pérdida de tiempo... - bebió una copa de vino-. No está mal... - indico como si el tema se hubiera vuelto irrelevante.

-He probado mejores.

-Como te iba diciendo, me hace perder el tiempo, ahora además tenemos un archivo perdido por la red y quién sabe en las manos de quiénes se encuentre. Todo puede salirse de control, creo que lo mejor es acabar con él, puedo hacerlo desaparecer sin llamar demasiado la atención.

-Es una posibilidad que no voy a descartar, pero por ahora lo necesitamos, ha movido a varios políticos a nuestro favor y tiene cierto prestigio dentro de la opinión pública, pero si veo que se vuelve un inconveniente que atrase nuestro itinerario acabare con él yo misma.