Muerte

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El fuego continuaba extendiéndose sin aparente control, pese a los esfuerzos de la gente las llamas no se detenían y si bien en un momento tuvieron la impresión que podrían vencerlo ahora ya no estaban tan seguros. La verdad era que la cicatriz se había estado ocupando de eso; cada foco que se apagaba él lo volvía a reiniciar de modo que el trabajo nunca terminaba. El rojo intenso se mezclaba con el humo dando paso a ondulantes sombras las que parecían arcanas figuras que emergían itinerantes de un lado a otro. Los árboles eran arrasados sin tregua por el fuego mientras que las casas comenzaban a caer una tras otra bajo las abrazadoras llamas. Primero crujidos, luego estruendos, todo caía a pedazos sin que hubiera opción de evitarlo. El incendio se volvía un oponente implacable, imposible de detener con fuerzas humanas. Quienes en un inicio habían luchado con todas sus fuerzas, ahora ya se encontraban agotados y sin poder continuar haciendo frente a las cruentas llamas que se elevaban dejando desolación y destrucción a su paso.

- ¡Más agua!

- ¡Necesitamos más hombres!

- ¡Ayuden a esas mujeres!

- ¡Saquen a los niños!

Se escuchaba de un lado a otro. Todo era un desorden, nadie sabía con claridad qué sucedía, más de tres focos que habían logrado apagar comenzaban a encenderse, mientras que otros tantos veían como todos sus esfuerzos se desvanecían en medio del dolor y la desesperación. Gritos, órdenes, peticiones, iban de un lado a otro mezclándose con el sonido de las maderas que eran consumidas. En medio del barullo, dos figuras avanzaban; una cruenta y satisfecha, otra tranquila y confiada en Dios. Caminaron hasta llegar a un espacio entre dos árboles que recién comenzaban a ser consumidos por el fuego. Un denso humo volvía difícil respirar, mientras las nacientes llamas daban la luz necesaria para que ambos se miraran cara a cara. Un último empujón anuncio que habían llegado al lugar donde le daría muerte a Gonzalo.

-Date la vuelta- ordenó mientras colocaba la punta del arma en la frente de su presa.

Gonzalo obedeció y mientras giraba en su interior efectuaba la oración más sincera que podía hacer; no pedía por él ni por su vida, sino por Fernanda y el hijo que llevaba en su vientre. Anhelando que Dios les diera una buena vida, un futuro y que lo perdonaran por todo el dolor que les había causado. La verdad era que hubiera deseado ser padre, conocer a su hijo y jugar con él, pero su fin ya estaba cerca y no había nada que pudiera hacer. Trago saliva y cruzo la vista con la de su captor; en ese momento "El Cicatriz" bajo la mirada, fue solo un instante, pero algo en Gonzalo lo hizo sentirse incómodo, con temor, como si estuviera frente a un valiente guerrero.

-No sé cómo escapaste, pero ahora no habrá forma de huir- mientras apuntaba una macabra sonrisa se dibujó en su rostro, una de satisfacción, como si finalmente cumpliera con el propósito de su vida. El rostro desfigurado por la marca se hizo notar levemente extraño, como si una mixtura de tranquilidad lo inundara. "Te ha llegado la hora." Apretó los dientes, esperando ver el habitual temor que presentaban sus víctimas, no fue así. Solo había un rostro firme, seguro y paciente; una mixtura de paz y confianza en un futuro más allá del entendimiento y la razón. "No me teme, no tiene miedo a morir." Aquello era inaceptable, su único placer era saber que la gente le temía, que sus presas suplicaran por sus vidas. Pero él no, por el contrario, parecía esperar su muerte, como si supiera lo que venía luego de esta vida.

-Te voy a matar - trató de que su voz sonara más aterradora de lo que ya era, pero Gonzalo no dijo nada, solo mantuvo la mirada firme- Pide piedad y puede ser que te mate rápido.

-Lo que harás hazlo ya- fue la respuesta de Gonzalo sin bajar la mirada, ni doblar la voz.

-Te crees mejor que yo... - sus ojos se abrieron, dándole un semblante de locura- he matado a muchos como tú, tipos que se creen mejores por la facha, la ropa, por su rostro. Mira mi cara, pues lo último que verás será esta cicatriz, la marca de que nada vale en la vida sino la fuerza y el poder.

Chile en llamasOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz