En sus ojos no había prados del color de la vida,
no había gotas de agua cristalina y pura,
ni mucho menos se reflejaba la plata en ellos.
Si alguna vez podías verlos,
encontrarías dos puertas a un abismo de densa oscuridad.
Y no hablo del tipo de oscuridad que asusta,
sino de aquella a la que le gusta guardar los secretos del universo.
Porque sí, sus ojos eran un completo misterio,
y al mirarlos, uno se volvía valiente y aventurero.
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Fuego, lluvia y ceniza ©
PoetryLas emociones no pueden guardarse en una caja, deben ser libres, o de lo contrario, se convertirán en monstruos que nacerán de tu propia carne.