A tan temprana edad, Alice Derricks descubrió la realidad del mundo y sus provocaciones mas aterradoras.
Scott, trato de hacerla entender que no todo es como ella lo piensa, que en él habia bondad. Así como el día en que la acogió entre sus brazos y...
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<<Iluminame de todo el mal, dame una señal de que todo saldrá bien
Por favor...>>
—¡Vendida!—pronuncio el hombre que presentaba a cada mujer que era subastada.
Cómo podía salir de aqui, no había manera de hacerlo. Llevo varias semanas sin dejar de sollozar sobre mis brazos por la persona sin escrúpulos que no se detuvo de tocarme y me dopo.
Repudio, eso siento desde ese día. Intento sacarlo de mi mente, pero no. Esta ahí, en mi sueños más profundos. Cada vez que me topo con una chica me dice lo mismo "tranquila, saldrás adelante". No entiendo con qué tranquilidad lo dicen si son subastadas. ¿A caso eso es bueno? No lo es, por un demonio solo quiero salir de este lugar. Quiero que terminen conmigo, no me importa con quien me iré, solo quiero largarme de este escombro.
Me encuentro con esta realidad tan repugnante. No he perdido mucho tiempo, supe ciertas salidas pero en muchas de ellas, varias mujeres que quisieron escapar terminaron muertas.
—Sigues tu...—señalan a la mujer de tez morena que estaba a mi lado.
—Cuídate.—me dice tomando mi mano con fuerza con una triste y desolada mirada.
Yaseth, su nombre es ese. A ella la tomaron del mismo modo que a mi, solo que de distinta ciudad.
El tiempo pasa por unos minutos cuando de pronto las luces del local se apagaron. De inmediato nos hicieron caminar hasta un cuarto de espera; sin embargo, alguien me toma del brazo desprevenidamente en dirección contraria. Era una mujer, la maquilladora. Sigo sus pasos entre la multitud hasta llegar a un pequeño pasillo. Un lugar que no había supervisado antes.
—Vete por ahí.—señala el pequeño túnel en la ausencia de más asistentes.
—¿Por qué?
—Me pediste que querías ser libre.
—¿Esto lo hiciste tu?—inquiero en referencia al apagón.
—No, eso no. Aprovecho el momento para que te largues y logres sobrevivir porque ellos de todas maneras te van a buscar. Busca ayuda.
—¿Lo hiciste antes verdad?
—Si, vete.
—Fiorel, dime a dónde puedo ir. ¿Por qué tu no?
—Solo corre, no te puedo decir donde. Yo no puedo por el rastreador. —me muestra su muñeca sellada con una cicatriz.
