A tan temprana edad, Alice Derricks descubrió la realidad del mundo y sus provocaciones mas aterradoras.
Scott, trato de hacerla entender que no todo es como ella lo piensa, que en él habia bondad. Así como el día en que la acogió entre sus brazos y...
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Scott Ethan Nielsen
Mi hermano puede resultar un tanto fastidioso y eso ya lo noto ella: Alice.
Apoya la cabeza sobre la ventana y se dispuso a mirar los parques de París, mientras mi chófer se encargaba de llevarnos al salón de estudio, lugar donde esta instalado Aleksei —docente y escultor.
Acomoda su cabello hacia atrás. Esta angustiada o nerviosa tal vez. Imaginarme que ella sea madre a su tan corta edad, me resulta confuso. Aparto la mirada hacia mi celular recibiendo un mensaje de mi padre.
<<Scott, ven a casa. Necesitamos hablar.>>
No quiero creer que Alejandro haya dicho algo, chasqueo mi boca frotando mi frente de la incertidumbre.
—¿Sucede algo?—escucho la voz de Alice.
—No, olvide algo en el trabajo. Luego regresare por el. Ya no falta mucho, mira ahí es. La casa de color blanco—señalo una vez de habernos detenido.—. Espérame un rato, Fito.
Ambos bajamos del vehículo camino hacia las rejas de seguridad del estudio. Le abro paso a Alice mientras miraba detalladamente la escultura que estaba afuera, en el estrecho área verde.
—Alice, comenzaras hoy por unas horas, después mi chófer te llevara al hotel. ¿Si?
—Con gusto.—avanzamos hacia los pasillos de la casa, saludo con amabilidad a la secretaria para apuntar nuestra cita con Alek.
—Esta en su despacho, le agradara verlo señor Nielsen. Un gusto conocerla señorita Derricks, bienvenida.
—Gracias.—responde la jovencita de mi lado.
Un par de muchachas se dirigen a la salida, nosotros íbamos en dirección contraria para buscar a Alek. Subimos el segundo piso pasando por el balcón lo encontramos a él. Pero no estaba solo: mi prima estaba terminando de realizar un pago. Me detengo antes de llegar.
—Ve al baño, esta a la derecha. Un familiar esta aqui.—señalo de inmediato.
—Esta bien.—de inmediato va a la dirección correcta. Uno de los letreros de piso húmedo lo cojo con tan rapidez para ponerlo en dirección a los servicios. Me acerco al salón para saludar.
—¡Scott! Amigo...por fin llegaste, ¿y mi estudiante?
—¿Estudiante, primo?—alza la cabeza Larissa, pelirroja de ojos cafés.
—Un amigo, quiero ayudarlo para que ingrese a la estatal.
—Uy...quisiera conocerlo ahora, pero tengo que irme. Solo vine por mi pago por esa hermosura.—señala el cuadro que estaba encima del escritorio.
—¿Necesitas dinero? Me hubieras avisado.—le pregunto clavando mi atención en ella.
—No, quiero ganármelo. Nos vemos Aleki, adiós primito.—se retira, me aseguro de que no vaya a los servicios, pasa de frente en dirección a las escaleras.
