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Se removía inquieto entre las sabanas de su cama, intentando fallidamente de alejar el sueño de su pequeño cuerpo.

Hace cinco minutos que su despertador había sonado y aún no lograba despegarse de la cama.

Golpes en la puerta de su habitación lo distrajeron. Agudizo su olfato y sintió ese tan familiar y dulce aroma.

Moras.

—Pasa, mamá... —Rindiéndose se volvió un ovillo, abrazando su almohada y esperando a que la omega entrara.

—¿Aún no te levantas, Younggie? —El menor solo negó moviendo sus piernas inquieto. TaeYeon, al notar esto, rió divertida por la situación.— ¿De nuevo se enredaron las sábanas en tus pies, cariño?

Con un puchero en sus labios y su ceño fruncido, DoYoung asintió esperando que su madre lo ayudara. Solía pasarle bastante seguido él quedar enredado entre las sábanas o mantas de la cama, ya que era demasiado inquieto a la hora de dormir.

A la mañana siguiente despertaba de esa manera y como no podía salirse por sí mismo, debía esperar a su madre para que lo ayudara.

Como siempre debía hacer.

Después de todo su ceguera tenía más desventajas que cosas buenas.

Hoy era su regreso a clases luego de las vacaciones de cambio de semestre, por fin volvería a la escuela y no podía estar más alegre por eso.

A pesar de no poder hacer mucho, le gustaba escuchar a los maestros, aprender cosas nuevas. En especial porque la mayoría de los educadores se daban el tiempo para ayudarlo con cualquier materia que le complicara.

Para ellos la ceguera de DoYoung no era un problema, si el menor quería aprender, ellos lo ayudarían.

Pero eso no evitaba que hubiera ciertas personas que olvidaban la incapacidad de DoYoung y, aún cuando estaba estrictamente prohibido tanto por educadores como por la directiva de la escuela, molestaban al cachorro.

—Woonnie dijo que vendría un poco más tarde... —Kim asintió despacio, terminando de colocarse la camisa de la escuela y la corbata. Odiaba ocupar esa cosa, sentía que se ahogaba.— Hice el almuerzo para ambos.

—Gracias, mami... —Tomando su mochila que estaba a los pies de la cama, camino hacia su madre, con esa tierna sonrisa que cerraba sus ojitos.— mami, ¿Me peinas?

La omega sonrió enternecida mientras dejaba una suave caricia en la cabellera pelinegra de su cachorro. Y es que DoYoung no era más que un pequeño cachorro aún cuando tenía 16 años ya.

Por razones que ambos desconocen, el pequeño Kim aún no se presentaba, aunque aquello no era impedimento para saber que su destino era ser un omega. Un lindo omega.

Y eso todos lo sabían, razón por la que, los pocos amigos que DoYoung tenía, lo cuidaban como si fuera un delicado cristal que con la brisa más suave, se podía romper.

Y eso todos lo sabían, razón por la que, los pocos amigos que DoYoung tenía, lo cuidaban como si fuera un delicado cristal que con la brisa más suave, se podía romper

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Sentado en el sofá de la sala esperaba impaciente la llegada de su mejor amigo. Si bien TaeYeon podía llevarlo a la escuela en su auto, a DoYoung le gustaba irse caminando con JungWoo, escuchando las locas historias que se me ocurrían al hiperactivo omega.

También le gustaba que lo abrazara por los hombros cuando estaban por llegar a la escuela, ya que su aroma a chocolates y rosas lo solía tranquilizar.

Había veces que el primo de su amigo, Johnny, se unía a ellos y los iba a dejar a su salón.

Aquel chico era alto, y DoYoung lo sabía porque las veces que solía abrazarlo, quedaba justo con el rostro en su pecho. Eso no lo molestaba, ya que podía sentir el masculino aroma a cigarros y menta que solía tener el pelirrojo.

A DoYoung le gustaba estar con ellos, se sentía a gusto porque, aun cuando era obvio que su ceguera le impedía muchas cosas, ellos intentaban integrarlo en todo lo que hacían. Ya sea ir a comer un helado, hasta ir al cine.

Le gustaba ir al cine, escuchar los diálogos de las películas he imaginarse lo que sucedía. Sentir el olor a palomitas y refrescos.

O reír por el intento fallido de JungWoo por explicarle lo que pasaba.

Aunque más le gustaban las películas en Ingles. Johnny solía explicarle que pasaba y enseñarle nuevas palabras. También solía leer para él cuando llovía y hacían alguna pijamada en su casa.

DoYoung tenía pocos amigos, pero los necesarios para ser feliz.

Golpes en la puerta lo sacaron de sus cavilaciones, asustándolo por un momento y causando que riera por ello.

Tomo sus cosas y camino hasta esta, despidiéndose de su madre que lo miraba desde la puerta de la cocina. Lo sabía porque su aroma era tenue, se mezclaba con otros olores producto de la comida.

La puerta se abrió y lo primero que sintió fue un fuerte abrazo con aroma a chocolates, y uno más leve a canela y vainillas.

DoYoung no podía ver, pero eso no era impedimento para reconocer a la gente. Su lado con su lobo era tan fuerte que este le ayudaba a diferenciar los distintos aromas que podían tener cada persona.

Y ese suave y hogareño aroma a canela y vainilla solo lo había sentido una vez.

—¿Taeil Hyung? —Murmuro cuando JungWoo por fin lo soltó y dejó de restregar su rostro en las mejillas del contrario.

—Así que esa pequeña nariz aun me recuerda. —Una melodiosa voz respondió seguido de una leve risa y el pequeño golpecito que DoYoung sintió en su nariz.

—Jamás olvidaría a Hyung.

—¡Ay! Si eres un amor.

Entre risas y cariños hacia el pequeño cachorro, los tres comenzaron a caminar hacia la escuela.

—¿Cómo le fue en su viaje, Taeil Hyung?

—¿Bien? No lo sé, fue bastante aburrido, hum~ —Los dos menores rieron divertidos por la respuesta del mayor quien los despeino juguetonamente.— ¡Ya! No se rían de Hyung, omegas traviesos.

—Todo porque usted es un beta ¿no?

—Obvio, soy el beta más dulce que existe.

—Porque eres el único que conozco que tiene aroma propio y que no usa perfume. —Rodó los ojos JungWoo mientras se colgaba del brazo de DoYoung, quien solo escuchaba con suave sonrisa en sus labios.— Solo espera a que DoYounggie se presente, será el lobito con el aroma más exquisito que conozcas.

—W-Woonnie, para... —Sonrojado empujo a su mejor amigo escuchando como este reía entretenido junto al mayor.

JungWoo siempre solía decir eso, que su aroma sería tan fuerte que tendría que volverse un guardaespaldas para cuidarlo de todos esos alfas idiotas. Como solía llamarlos.

Pero eso a DoYoung no lo preocupaba, siempre llevaba neutralizadores y supresores en su mochila, estaba preparado para cuando eso pasara.

No quería que le ocurriera lo mismo que a su madre el día que su padre murió.

Todo por haber olvidado su celo y no ocupar supresores.

—¡Llegamos! —Con entusiasmo JungWoo comenzó a jalar la pequeña mano de DoYoung quien, para no caer, tomó la camiseta de Taeil, arrastrando a este con ellos.

Sintió diversos aromas golpear a su lobo, reconociendo muchos y extrañándose por varios que olía por primera vez.

Un nuevo semestre empezaba y con ello el conocer gente nueva.

Solo esperaba que todo saliera bien.

'BLIND' ─JAEDO Where stories live. Discover now