Rewrite The Stars ➰ || Alec Lightwood [#2] (COMPLETA)

Epílogo.

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➰Rewrite The Stars/Epilogue➰

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          Katia recorrió el perímetro del Instituto, pero no logró encontrar a ninguno de los subterráneos que tanto le importaban. Fue hasta que llegó al lugar donde había visto aparecer a Magnus, Marcus y Clary por un portal anteriormente, cuando observó a Luke en el suelo, completamente desnudo y estando a punto de ser apuñalado por Valentine.

La chica dejó de respirar por un par de segundos, hasta que observó a su mejor amigo correr hasta ellos con una gran velocidad y su espada serafín empuñada. Katia decidió permanecer allí, escondida ante la vista del par de shadowhunters y el hombre lobo.

La de ojos verdes sacó su estela del bolsillo de su chaqueta, para después dibujar la runa de audio sobre la piel de su nuca, lo que provocó que su oído se agudizara y pudiese escuchar lo que los shadowhunters decían.

— ¡Mentiroso! —Gritó el de ojos azules, después de haber perdido su espada serafín por culpa del de cabellera peculiar—. Me dijiste que tenía sangre de demonio. ¿¡Por qué!? —Inquirió, alzando la voz totalmente enfadado.

—Porque así es como eres —Respondió el de cabellera peculiar, amenazándolo con la gran espada que sostenía entre sus manos, mientras que el rubio lo detenía con sus propias manos—. Siempre listo para corregir el mal —Continuó hablando—, para defender a los que no pueden defenderse por sí mismos —Ambos shadowhunters se miraban fijamente a los ojos, retándose el uno al otro—. Un héroe verdadero —Alzó la barbilla. Los labios de la castaña se separaron en cuanto escuchó aquellas palabras.

—Así que me usaste —Escupió el de ojos azules, tomando con una mano la chaqueta del de cabellera peculiar, ejerciendo fuerza sobre ésta.

—Sólo me aseguré que Dot me oyera —Respondió el de ojos oscuros, dando pequeños pasos hacia atrás, intentando buscar una ventaja para alejarse del de cabellos dorados—. Por eso la dejé atrás, para que vinieras a salvar el día —Alzó la voz, convencido de que había sido un genio. Los puños de la castaña se cerraron con fuerza.

—Y a cambio activé la Espada —Dedujo el chico de ojos azules, hablando con cierta culpa en su tono de voz—. No me inyectaste sangre de demonio, era de ángel —Su tono de voz había cambiado a uno de molestia, además de que había ejercido más fuerza sobre la chaqueta del hombre frente a él, acercándolo aún más.

—Tú eres mi mayor logro, Jace —Replicó el de ojos oscuros, hablando con un orgulloso tono de voz. Aquellas palabras lograron que la mandíbula del rubio y la castaña se tensaran.

—No soy tu logro —Respondió el de cabellos dorados, hablando con cierta decepción en su tono de voz—. Soy tu hijo —Replicó.

—No —Respondió el de cabellera peculiar—. No eres mi hijo —Confesó.

Antes de que Katia pudiese seguir escuchando más de aquella conversación, alguien la tomó por los hombros con fuerza y la arrojó. La de ojos verdes salió volando por los aires, su espalda golpeó fuertemente contra el tronco de un árbol, para después caer al suelo.

Un grito ahogado se escapó de los labios de la castaña, alzó la cabeza, preparándose mentalmente para continuar siendo atacada, pero sólo pudo ver la silueta de alguien, con una capucha cubriéndolo, alejándose del lugar.

Katia se levantó del suelo con dificultad, realmente le había dolido demasiado aquel golpe. Sacudió la cabeza y se echó a correr en dirección a donde había visto aquella silueta. Corrió por un par de minutos, siguiendo la silueta, pero, finalmente, no logró encontrar a nadie.