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Narra Raymond

Las cosas se habían tornado aburridas, con un vaso lleno de whisky charlaba con unos socios sin quitar la mirada de mi rubia la cual bailaba con sus amigas.

Estaba quedándome dormido cuando aquella escultura de mujer vestida de rojo se acercó a mí pidiendo que nos fuéramos, nos despedimos de todos retomando el camino a casa.

Jade: te vi que casi te duermes, ¿Estás muy cansado?
Raymond: un poco (le sonrió)
Jade: ¿Quieres que maneje? A mí no me molesta.
Raymond: tranquila nena, puedo conducir.
Jade: ¿Seguro?
Raymond: muy seguro.
Jade: gracias por esta noche.
Raymond: gracias a ti pequeña, sabes que esto es por ambos.
Jade: lo sé.

Llegamos al penthouse dejando todo en el sofá, la rubia se quita el collar dejando la joya en la mesa.

Jade: te veo en la habitación (me sonríe coqueta)
Raymond: no puedo esperar a la habitación.

La tomo de la cintura volteando su rostro y poder besar sus labios, sus manos acarician mi cabello aferrándose más a mi, mis manos aprietan sus nalgas haciendo que pequeños gemidos salgan de sus labios.

Raymond: me encantas.
Jade: te encantará más lo que hay debajo del vestido.
Raymond: muero por verlo (muerdo mi labio)

Se voltea dándome la espalda atacó su cuello con besos haciendo un lado sus rizos dorados, mis manos se dirigen buscando el cierre del vestido, cuando lo encuentro bajo lentamente acariciando su piel desnuda.

Raymond: eres mía (le susurró)
Jade: solo tuya (cierra los ojos)

Bajo las mangas del vestido lentamente acariciando sus hombros hasta acariciar sus senos aún por encima de la tela, dejo el vestido hasta su cintura para admirar parte de su cuerpo decido bajarlo por completo y poder ver la sensual ropa interior de encaje rojo cubriendo su intimidad.

Su cuerpo era hermoso, sus curvas definidas me instaban a pecar. Me acerque a ella y la tomé por la cintura, mis labios atacaron los de ella sin piedad.

Sin poder evitarlo el beso comenzo a subir de intensidad, con pequeños pasos nos dirigimos hasta el sofá que dejaba una vista de la isla. Delicadamente la posicione en medio del sofá  acariciaba todo su cuerpo provocando que pequeños jadeos salieran de sus labios.

Dirigí mis manos hasta el broche de sus sosten y lo quite, sus pechos salieron volviéndome aún más loco. Quería hacerla mía de una maldita vez así que quite las pequeñas prendas que aún quedaban en nuestros cuerpos.

Jade: Hazlo, entra en mí  (sus suplicas provocaron una sonrisa en mí)

Decidí no hacerlo aún, quería divertirme un poco. Lentamente frotaba nuestras intimidades, la habitación estaba llena por nuestros gemidos.

Quería hacerla mía pero también quería hacerla disfrutar. Comencé a besar su cuello lentamente, baje mis besos hasta uno de sus pechos un gran gemido abandonó sus labios. El poco autocontrol que tenía lo perdí, no podía más así que me posicione entre sus piernas. Lentamente entre en ella, los gemidos no se hicieron esperar.

Entraba lentamente y después aceleraba el ritmo, sus manos se aferraban a mi espalda. Cada vez el ritmo era más intenso, la sensación de estar dentro de ella era una de las más placenteras.

Jade: Estoy cerca (habló con la voz entrecortada).
Raymond: hazlo, quiero que grites de quién eres (muerdo su labio)

Aceleré el ritmo, yo también estaba cerca. Poco a poco los espasmos comenzaron a llegar, habíamos llegado al tan esperado clímax.

Pequeñas perlas de sudor recorrían nuestros cuerpos, unos minutos después nos levantamos, un pequeño empujón por parte de ella me hace caer sentado en el sofá una mirada llena de lujuria se posa en aquellas par de gemas verdes mi erección se hace presente dejando que una sonrisa ladina se formará en aquellos labios rojos.

Jade: eres mío, maldito magnate.
Raymond: solo tuyo rubia.
Jade: lo sé (se acerca a mí)

Se monta encima de mi bajando lentamente introduciéndose mi miembro en su interior sintiendo si calides envolverme una vez más.

Comienza a moverse lentamente de arriba hacia abajo jugando con su cabello.

Esto era demasiado, estaba bailando mientras se mueve encima de mí.

Mis manos se posan en su cintura para ayudarla a entrar más profundo, nuestros gemidos se escuchaban por todas partes era lo mejor de esta noche, en la oscuridad con tan solo la luz de la luna y de la isla que reflejaban en la ventana.

Uno de sus senos lo meto en mi boca jugando con su pezón con ayuda de mi lengua, comienza a moverse cada vez más rápido aferrándose en mi pecho dejando marcas en mi cuello, sin esperarlo los espasmos se hacen presentes llegando juntos al mismo tiempo a nuestro anhelado orgasmo.

Esto solamente era el inicio de una gran noche, beso el valle de sus senos antes de caer rendida encima de mí.

Maldito Magnate ||Borrador||Where stories live. Discover now