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—¿Puedes dejar de ser tan dramático? —se quejó Minho. —A mí también me han rechazado varias veces y he tenido que ver a esa persona.

—¿Quién? ¿Changbin? —el pelinegro asintió. —¡Eso fue cuando teníamos como diez años y Jeongin recién comenzaba a dormir sol-

—Lo sé, pero aún así esto es distinto. —se defendió Lee jalando del antebrazo al menor. —Primero, mañana es su cumpleaños. Segundo, debemos estar los nueve aún que ustedes estén mal o incómodos, y tercero, ¡Ni siquiera compraste nada! ¡Comerás gratis así que no te quejes!

—¡Que mentira! —exclamó Hwang mientras caminaba junto a su amigo. —¡Seremos siete! ¡Chan y Younghoon no van a estar! —reclamó. —Y conociéndonos esto va a terminar muy mal.

—¿Perdón? Estoy yo. —habló caminando con una sonrisa. —Ahora yo estoy a cargo de ustedes.

—Por eso.

—Yo no soy agresivo pero te advierto que si no hay comida suficiente porque tú no llevaste nada, tendremos que eliminar a las personas qu-

—Sí, sí, ya conozco tu cuento. —calló Hwang mientras miraba hacia suelo solo con la intención de no pisar las rayas de la acera. —Pero si quiera mírame, nisiquiera puedo ver bien. —habló señalando sus ojos, cuales estaban hinchados por las recientes lágrimas de todos estos días.

—Nah, tal vez no se note. —intentó persuadir el mayor. —Bueno, solo un poquito.

Después de varios reproches, atrasos, quejas y mucho más por parte del más alto hacia Lee, ambos llegaron al fin a la casa de Jeongin, quien había convencido a sus padres milagrosamente de permitir que sus amigos pudieran quedarse en su casa por la tarde sin ambos mayores, quienes los padres de Yang confiaban más.

Lo primero que pudieron notar al llegar era que la casa estaba ausente de padres, y lo sabían muy bien por todo el ruido que podían escuchar desde afuera, la familia Yang no era muy tolerante con el ruido.

—Ya llegaro... —Yang calló al ver el rostro de su mejor amigo con claridad, sus ojos apenas eran visibles y por la vestimenta podía adivinar que Minho era quien lo había cambiado a la fuerza. —Pasen.

Cuando Hwang pasó por a lado de él mismo sintió un escalofrío, aún que conociera muy bien a Hyunjin no podía evitar pensar que debería estar molesto con él de alguna forma.

—¡No las vas a agarrar! ¡Te las vas a comer todas! —se quejó Jisung en la cocina.

Lee y Hwang al entrar pudieron notar como el menor de los australianos se empinaba por un jarrón lleno de galletas mientras Sung, quien estaba encima de la espalda del anterior mencionado, intentaba lo mismo.

—¿Debería preocuparme por no sorprenderme? —cuestionó el más alto.

—Ah, hola Hyunjin. —saludó sin importancia mientras seguía tratando de conseguir aquella comida, para luego reaccionar segundos después. —¡Oh! ¡Hyunjin!

—Felix, no corr- ¡Felix!

En pocos segundos, las bolsas de comida ya estaban en el suelo debido a que Minho fue al rescate de Han después que el pecoso lo dejó caer por ir con Hwang.

—¿Estás bien, Sunggie? —cuestionó Lee alzando a Jisung para luego dejarlo sentado en una silla, podía darse cuenta la facilidad que tenía de cargarlo por su bajo peso.

—Yo no sé por que todo el mundo dice que somos muy unidos y que nos queremos ¿¡Acaso no ven lo cruel que es conmigo!?

—No seas dramático. —repuso Lix, quien con uno de sus dedos apretaba la mejilla de el más alto. —Además Hyunjin no me ha hecho nada nunca y necesita apoyo. ¡Tú no!

No me gusta, hyung || HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora