16; «...𝓮𝓼𝓽𝓮𝓶𝓸𝓼 𝓮𝓷𝓸𝓳𝓪𝓭𝓸𝓼»

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Tal vez sí, tal vez Temo estaba siendo un tanto dramático.

Odiaba ser así a veces, estaba arrepentido de haberle colgado la llamada a Aristóteles. Pero se sentía inseguro y no sabía qué hacer, tal vez si lo hubiera platicado bien desde un principio.

Aún en su cabeza rondaban las preguntas de quién era la persona que tocó la puerta de su cuarto tan tarde, quién era Ilay, por qué Aristóteles estaba tan tarde despierto.

Y esas dudas nunca las iba a resolver si no hablaba bien con él.

Pero primero tenía que arreglar lo que hizo.

Miraba su celular, pensado si debería marcar él o debía esperar la llamada de Aris. Pasaban los minutos y ni uno de los dos era capaz de marcar.

en algún hotel de Madrid

—Hola, Aristóteles, ¿puedo pasar?

—Claro, claro —sonrió—, sólo que estoy en llamada con Temo, ya sabes —rio.

—¿En serio? —preguntó emocionada— ¿Lo puedo saludar? Tantas cosas maravillosas hablas de él que ya lo quiero conocer.

—Claro, ven —se acercó a su celular que había dejado recargado el una lámpara, pero la llamada ya no estaba—. Ouh, tal vez se cortó la llamada, ya sabes, larga distancia y así —rio sin ganas.

Aristóteles se preguntaba qué había hecho para que Temo estuviese así de cortante en la llamada, él siempre solía responder con emoción, con una sonrisa o algo que delatara lo feliz que estaba de hablar con él.

Le contó sobre lo que más lo tenía entusiasmado, sobre la confirmación de las fechas de su gira. Le estuvieron dando un montón de vueltas a eso, ya que fue difícil pensar qué lugar seguía de cuál, además de pensar en qué fecha exacta sería por si un vuelo se atrasaba o algo por el estilo. Y al fin tenía en su pequeño buro, la lista con fechas y lugares.

Pero Temo pareció restarle importancia, y eso lo hizo sentirse un tanto mal.

Había sido un largo día, varios festejos y logros que se seguían y seguían cumpliendo. Pero deseaba que Temo estuviera a su lado festejando cada una de esas cosas.

—Aris, ¿estás bien? —preguntó la chica.

—Eh, sí, sí, estoy bien —sonrio—. Todo bien, Ilay.

Ilay era una chica mexicana de diecinueve años que se había mudado a España hace un año y unos cuántos meses.

¿Que cuál era su relación con Aristóteles?

Pues el rizado asistió a una fiesta hace cinco días donde varios artistas estaban para convivir, ahí conoció a Ilay, quién era una gran admiradora suya.

Ilay admiraba más que nada la manera en que Aristóteles se había dado a conocer, sin máscaras ni disfraces, siendo simplemente él mismo y defendiendo lo que es a toda costa.

Claro que la chica aún no era tan reconocida como él, ella quería llegar a dónde estaba Aristóteles y por eso se mudó a España, quería iniciar su carrera ahí donde su madre nació. Mientras que Aristóteles tenía millones y millones de fans por todo el mundo, Ilay tenía unos miles en Madrid y otros pedazos de España, pero así se empezaba y con mucho esfuerzo y dedicación podría llegar a mucho más de lo que quería.

Ábrela cuando || 𝓐𝓻𝓲𝓼𝓽𝓮𝓶𝓸Where stories live. Discover now