𝗦𝗢𝗥𝗥𝗬 𝗦𝗘𝗘𝗠𝗦 𝗧𝗢 𝗕𝗘 𝗧𝗛𝗘 𝗛𝗔𝗥𝗗𝗘𝗦𝗧 𝗪𝗢𝗥𝗗

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|¿Qué tengo que hacer para que me ames?|

Parecía que no me quedaba nada, él se iba todo el tiempo, no importaba lo que hiciera, siempre tenía una causa mayor para dejarme.

Él no me amaba...
Ya no lo hacía más...

No importaba lo que hiciera, jamás me amaría como yo a él.

Su indiferencia me mataba, no interesaba cuanto lo intentara, sus besos eran vacíos, sus palabras distantes.

Su matrimonio pendía de la cuerda floja, aquellos años donde el rubio la cortejaba como un caballero, se quedaron en el olvido.

|¿Qué tengo que hacer para que te preocupes por mi?|

—Seguro vendrá ______.—murmuró Bruce que intentaba animarme.

Había tenido un pequeño incidente en una misión, había acabado con una pequeña herida de cuchillo en su abdomen, era más leve de lo que se escuchaba.

Habían llamado a Steve Rogers, había dicho que llegaba en una hora, pero ya habían pasado dos horas y el rubio no llegaba.

Miró la herida recién curada y suspiró; él no vendría.

—Bruce, vamos seguro le surgió algo más importante.—dijo lo más neutral que pudo.

Sus ojos ardían, ella se negaba a dejar salir sus lágrimas.

Por la puerta apareció un hombre castaño con un brazo metálico, quien se acercó a Banner y a ella.

—¿______ estás bien?—preguntó preocupado.

Ella asintió, decepcionada de que su esposo no acompañara al castaño.

Bucky notó las lágrimas que se asomaban en su rostro y rápidamente excusó a su mejor amigo.

—Steve, sabes tuvo algo urgente que hacer...—dijo rápidamente.

Ella negó.

—Está bien, Buck lo entiendo.—dijo dándole una pequeña sonrisa que más bien lucía como una mueca.

El mejor amigo de su esposo le dedicó una mirada de lástima.

Y ella se sintió a un peor.

|¿Qué hago cuando el relámpago me golpee?|

Vamos.—dijo una voz que se escuchaba tan suave y varonil.

Conocía esa voz.

Las fuertes carcajadas de Steve llegaban hasta mis oídos.

Amaba cuando reía de esa manera sentía una calidez en su pecho.

Se acercó más y más aquellas risas que le llenaban de felicidad.

Lo que encontró hizo que el pecho ahora doliera, como jamás había dolido.

Steve estaba acompañado de otra mujer, ambos tomados de la mano, mirándose como un par de enamorados.

La mujer le daba la espalda pero observaba que era rubia, Steve estaba de frente, ni siquiera la notó.

||𝙎𝙏𝙀𝙑𝙀 𝙍𝙊𝙂𝙀𝙍𝙎 ||𝙊𝙉𝙀 𝙎𝙃𝙊𝙏𝙎||Where stories live. Discover now