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- ¡Hola, amor, ya estoy en casa! - anunció Natalia innecesariamente, pues el sonido de las llaves contra el mueble de la entrada ya la había delatado-. ¡No sabes el frío que hace fuera, soy un cubito de hielo ahora mismo!

Alba no la había visto todavía, tan solo la escuchaba avanzar por el pasillo, pero podía intuir el pucherito en su cara por su voz de bebé.

- ¿Un cubito de hielo? Eres una exagerada, churri.

- ¿Te parece que exagero? - preguntó abriendo los brazos al llegar al salón, para mostrar su outfit-.

Entre su inseparable gorro negro y una bufanda que le daba tres vueltas, apenas se le veían los ojos y la punta de la nariz, roja del frío.

Alba no pudo evitar reírse.

- ¿Estamos seguras de que debajo de toda esa ropa está mi novia?

- Encima te burlas de mí, tú que estás en el sofá tan a gustito con la manta - ahora sí que Alba pudo observar el puchero en el rostro de su chica, que se había desprendido de la bufanda, el gorro y el abrigo-.

- Anda, pues sí que eres tú. Hola, cariño - puso la rubia morritos para que Natalia la besara-.

- Hola, nena - la navarra se acercó y se tiró encima para saludarla-.

Alba pegó un bote hacia atrás al notar lo helada que estaba su novia por todas partes.

- Ay, ¡quita de encima, Nat, que estás muy fría!

- ¡Pero si me has pedido tú un besito! ¿Me estás rechazando? - Alba reptaba hacia atrás en el sofá, entre risas, mientras la morena la perseguía-.

- Yo te quiero, pero es que estás congelada, mi amor. Toma ponte la manta encima un ratito - se la tiró para que la cogiera al vuelo-.

- No te vas a escapar de mí - esquivó la navarra la manta para acorralar a su novia en la esquina del sofá y cogerle la cara con las manos-.

- ¡Que me congelas las mejillas! - la ilicitana cubrió con sus manos las de la más alta, que parecían un glaciar-.

- Dame un besito - otra vez un puchero infalible-. ¿No te doy penita?

- ¿Penita? Mira, menos mal que tienes esta cara - ronroneó Alba antes de atrapar su labio inferior para lamerlo-.

- Mmm - gimió Natalia debido a los mimos de la rubia en su boca-. Qué gustito.

Alba no pudo evitar sonreír ante la carita de placer de su chica, que parecía estar en el paraíso con sus atenciones. Poco tardó en invadirla con su lengua, lentamente, con ternura. Llenando de calor cada recoveco.

- Te amo tanto ahora mismo.

- Interesada - murmuró Alba contra su boca-.

La rubia repartió besos por toda su cara y la pelinegra se acomodó mejor encima suyo, haciéndole soltar un gritito ahogado cuando escondió su nariz en su cuello.

- Amor, el septum. Eso sí que es un cubito de hielo, madre mía - se rozó el cuello, víctima de aquel contacto helado-.

- Ups, perdón - se diculpó la navarra con una sonrisa sin dientes, mientras rodaba el piercing para eliminar el frío-. Es que se está tan bien aquí, Albi.

- ¿Soy tu estufa favorita? - preguntó con voz infantil tras colocarle el pelito corto que el gorro había despeinado aún más de lo normal-.

- Chí - besó su barbilla e introdujo sus manos heladas bajo el pijama de felpa de la rubia sin previo aviso-.

- ¡Te mato, perra inmunda! - saltó la rubia debido al contacto con su piel desnuda-.

- No me mates, si eres mi estufita favorita. ¿A que ya no están tan frías? Es solo al principio, yo te doy besitos hasta que entren en calor, para compensar.

- Te odio, Natalia. Yo no te hago eso cuando vengo congelada - se quejó-.

- No me cuentes cuentos, eh, llorona. Si te encanta que estemos así abrazaditas. Si te encanto - dijo besándola repetidamente-.

- Creída.

- Gatito.

- Tú sí que eres un gatito - besó la rubia su nariz-.

- No sé de qué me hablas - negó entre risas mientras frotaba su cara contra la de la más bajita-.

- Oye, churri, ahora que estamos aquí tan a gustito...

- Uy, ¿qué me vas a pedir? - se alejó Natalia unos centímetros para poder mirarla, pues conocía ese tonito a la perfección-.

- No, nada...

- Miedo me da - frunció el ceño la morena-.

- Anda ya, no seas dramática - golpeó su hombro-.

- Es que conozco ese tono y esa cara de inocente. Venga, suéltalo, sin anestesia. Estoy preparada - suspiró teatralmente-.

- Payasa. Es solo que el viernes es la cena de Navidad de la empresa.

- ¿Y vas a ir? - preguntó la navarra con una mueca de desagrado-. A ver, que obviamente haz lo que quieras, pero con esa gente tan pesada... Sufro por ti, ¿sabes?

- Por eso, te quería decir - empezó Alba con lentitud mientras arreglaba el cuello de la camisa de Natalia para suavizar el golpe- que si vienes conmigo...

- ¿Yo? No, no, no - la frenó la morena, atrapando sus manos con las suyas y negando fervientemente-. Otra vez, no.

- Nat... - Alba hizo uso de sus enormes ojos de gato con botas que sabía que iba a necesitar-.

- Nat, nada. Si son insoportables, todo el día hablando de trabajo. No sé ni por qué quieres ir tú, pero menos pinto yo allí. No.

- ¿Y tu espíritu navideño? Es solo una cena, por fa.

- Alba, que encima no me pueden ni ver. A tu jefe le caigo como una patada en el culo. ¿Qué sentido tiene que vaya? - intentó hacerla entrar en razón-.

- ¿Estar conmigo? ¿Hacerme la noche más llevadera? Hazlo por mí, por fi. ¿Qué te cuesta, amor?

- Un mundo me cuesta, Alba. Y no solo a mí, tú tampoco vas a estar cómoda.

- Quiero llevarme bien con ellos. Es el trabajo de mis sueños. Es muy, muy, muy importante para mí - susurró dándole picos para convencerla-.

- Albi... - Natalia se ablandaba con una facilidad pasmosa cuando su rubia se lo proponía y esa no era la excepción-.

- ¿Eso es que sí? - preguntó con los ojos enormes y una sonrisa de victoria-.

- A ver, negociemos - cedió, escaneándola con una sonrisa ladeada, y Alba supo que ya había ganado-.

- ¿Negociar? - alzó las cejas la rubia haciéndose la tonta, pero siendo consciente del juego que acababan de empezar-.

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Bueno, pues esta es la intro/contexto.

No tardaré en subir el siguiente.

Creo que serán 4 caps :)

Yo también sé jugarme la boca | AlbaliaWhere stories live. Discover now