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- Sí. Digo yo que algo tendrás que darme a cambio de esa tortura china si quieres que te acompañe, baby - atrapó su labio inferior-.

- ¿Algo como qué? - la voz rasposa de Alba sacó una sonrisa aún mayor en su novia, hablaban el mismo idioma-.

- No sé, eres tú la que tienes que convencerme. ¿Qué me ofreces?

- Te encanta ¿eh? Sentirte poderosa... Cómo se nota que no pasa muy a menudo - no pudo evitar vacilar la rubia, para después morderle el cuello-.

- ¿Así quieres que acepte acompañarte? Me parece que vas por mal camino, Albi. Escucho ofertas, pero más te vale que sean generosas después de esta ofensa hacia mi persona.

La ilicitana no dudó en llevar las manos de la morena a su culo, bajo el pijama y elevó las caderas para aumentar el contacto entre los dos cuerpos.

- A ver... Tú me acompañas a la cenita esa de nada y yo te lo recompenso con el mejor sexo de tu vida cuando lleguemos a casa. Alba Reche superando a Alba Reche. Imagínatelo - propuso pegada a sus labios-.

- Durante la cena - rebatió Natalia, dejando un lametón en la boca de su chica y apretando las manos que reposaban en sus nalgas-.

- ¿Qué?

- La cena va a ser larga, aburrida e insoportable. Quiero que follemos durante la cena.

- ¿Pero tú estás loca? - flipó la más bajita-. Habrá gente, ¿sabes? Mis jefes, por ejemplo.

- Y un baño también habrá, digo yo. Eres una chica con recursos, mi amor. Algo se te ocurrirá.

- Está bien, algo se me ocurrirá - asintió la rubia, ya encendida solo de imaginarse la situación-. ¿Entonces hay trato?

- Mm, no. No me convence del todo. Es mucho esfuerzo, ¿sabes?

- Ay, Nat - empezó Alba a desabrochar los botones de la camisa de su novia, cubriendo de besos la piel que iba dejando a la vista-. No sabes el vestido que me he comprado para la cena. Lo he elegido pensando en ti. Te va a encantar.

- ¿Ah, sí? ¿Me va a encantar? - la ilicitana asintió y la besó de nuevo, dejándola sin aliento-.

- Negro, cortito y no es por nada pero me hace un culo que... Tú veras si te lo quieres perder, Lacunza.

- El culo lo tienes, no te lo hace el vestido, que lo sepas - afirmó volviendo a prestar atención a esa parte de su anatomía-.

- Bueno, vale ya de hacerse la difícil. Vienes conmigo, como la mejor novia del mundo que eres, ¿verdad que sí?

- Solo si vas a la cena sin bragas - rió Natalia, regodeándose-.

- Que sí, que lo que tú digas, churri - aceptó la ilicitana, para después sellar el trato con un beso-. Eres la mejor.

- Lo sé - parpadeó la morena con suficiencia-.

- ¿No te apetece un anticipo de la noche del viernes ahora mismo? - susurró Alba en su oído-. Digo, para que acabes de entrar el calor. Como eras un cubito de hielo...

- Siempre es un placer hacer tratos contigo, Alba Reche.

Natalia sonrió pícara y se levantó del sofá con la rubia enganchada a su cuello, para llevarla hasta la cama.

La más bajita tardó apenas segundos en rodar sobre el colchón para ponerse encima de su chica y deshacerse de su ropa.

Agarró con una mano el sexo de la morena por encima del tanga negro que llevaba, haciéndola gemir inevitablemente.

- Las negociaciones te dejan mojadita, nena - gruñó la ilicitana en el oído de la morena cuando con los dedos rozó levemente su centro, sin retirar la prenda-.

- Alba, ya - se mordió el labio Natalia, impaciente por sentirla dentro-.

La rubia no se hizo de rogar y sin dejar de besarla la desnudó del todo y se encargó con sus dedos de regalarle un orgasmo que dejó a la navarra en las nubes.

- ¿Bien? - preguntó Alba, acariciando su costado con delicadeza-.

- Como anticipo, aceptable - sopesó Natalia con una fingida mueca de indiferencia, pues su respiración agitada y sus ojos incendiados no decían lo mismo-.

- Mentirosa. A ver tú lo que sabes hacer - se abrió de piernas la ilicitana, dejándole acceso total a su sexo-.

Natalia se relamió ante la imagen y no dudó ni un segundo en lanzarse a por el tesoro.

Con sus manos posadas en los pechos de la rubia, su lengua fue la encargada de volverla loca, trazando patrones que la llevaron rápida e intensamente al clímax.

- Nada mal, Lacunza. ¿Otra vez? - preguntó retóricamente, mientras tiraba del pelo de la morena para que no se moviera del sitio-.

- Todas las que quieras, Reche - le guiñó un ojo divertida, para después sumergirse de nuevo en su intimidad-.

Alba daba una vuelta sobre sí misma ante la cara desencajada de su novia.

- ¿Cuántas vueltas más tengo que dar para que digas algo?

- Estás... Estás impresionante - habló finalmente Natalia, sin dejar de comérsela con los ojos-.

- ¿De verdad?

- Sí.

- Sabía que te iba a gustar.

- Es que cómo para no gustarme - se mordió el labio-.

- Tú también eres un pibonazo - se acercó la rubia para colocarle las solapas del traje y darle un pico-. Gracias por venir conmigo.

- Ni de broma te dejo sola ante el peligro, amor - contestó rozando distraídamente la piel del filo de su vestido-.

- ¿Ah, sí? Entonces...

- Entonces, nada - la interrumpió Natalia con un beso-. Todo lo que negociamos sigue en pie. Incluido esto.

La rubia notó un tirón en el elástico de su tanga, aunque no sabía en qué momento habían llegado hasta ahí las manos de su chica.

- Ah, ¿que lo decías en serio?

- Muy en serio - afirmó bajando la prenda-.

- Es demasiado, nena.

- "Lo que tú digas" - la imitó y se arrodilló delante de ella para acabar de deshacerse de ese diminuto obstáculo-. Pues lo que yo dije fue que esto sobra.

- Se van a dar cuenta.

- La verdad es que espero ser yo la única que te meta mano - rebatió con tranquilidad mientras examinaba su trofeo con adoración-.

- Idiota - golpeó su hombro-. Estás cachondísima con esta situación, ¿verdad?

- Muchísimo - asintió la morena para tirar de su labio inferior-. ¿Me vas a decir que tú no?

- Yo también - le dio la razón con un pico algo más largo -. ¿Vamos?

- Vamos.

Yo también sé jugarme la boca | AlbaliaWhere stories live. Discover now