thirteen - 1938 angel st.

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pale cocoon - automatic doll

(clock ticking)

Mantiene los codos sobre la mesa, dando miradas furtivas al celular que oculta debajo de ella. Podría contactarlo, pero tiene los dedos muy temblorosos como para enviarle un mensaje a Hendery. El tictac del reloj, en la pared izquierda del comedor, apenas interrumpe el silencio de la primera planta. Cada cierto tiempo se escucha el resonar del aluminio y el suave borboteo de lo que se transforma en vapor y asciende hacia el techo de la cocina que tiene justo detrás.

El hervor termina, los utensilios parecen hundirse en líquido y verterlo posteriormente en otro recipiente. Siente que se acerca por la espalda. Sin tiempo suficiente como para siquiera desbloquear la pantalla de su celular, oculta rápidamente el dispositivo en el bolsillo delantero de su pantalón y se abraza a sí mismo.

Un plato aparece frente a sus narices, lleno con un caldo indescifrable.

—Vamos, come. Desaparecerás si no lo haces.

Lo escucha reír. No deja de abrazarse a sí mismo mientras Él se posiciona al otro lado de la mesa, sosteniendo también un plato. Mantiene la cabeza gacha. La turbiedad del líquido le impide ver su contenido con exactitud.

—Come —su voz insiste, sin una gota de aspereza—. Anda, aliméntate.

—...No entiendo —logra pronunciar. Agarra la cuchara con la mayor firmeza que logra reunir; pese a ello, el ligero temblor que aparece en su mano lo traiciona—. Esta amabilidad...

—Hijo, siempre he sido amable contigo. Te he cuidado tanto, ¿por qué crees que le pago a ese chico para que intente ayudarte? —lo mira. Sus manos tiemblan más al mantener contacto visual—. Me alegra tanto que hayas podido salir de tu habitación y que estés acá, conmigo. Cenaremos a diario de ahora en adelante, ¿sí?

—Pero...

Las palabras lo abandonan, inseguro de lo que quiere decir. De pronto, sus memorias carecen de completo fundamento: Él sonríe y le pide cariñosamente que se alimente de la cena que ha preparado, con una calidez que se siente incómoda. Con la cuchara revuelve el caldo, inseguro, y levanta un poco del contenido que finalmente bebe de un sorbo. Luego, bebe un poco más.

Su estómago gruñe, despertando de un gran letargo. Con el apetito abierto ya no puede detenerse.

—Esperé tantos meses para que volviéramos a tener una convivencia normal de familia. Verte así es casi un sueño —las especias inundan sus papilas gustativas. Pese a que está comiendo, el rugido de su estómago no se aplaca—. Te negaste tantas veces a comer, te encerraste e incluso pensé que no te recuperarías, pero todo está quedando en el pasado...

Apenas lo escucha hablar; solo puede concentrarse en lo que está comiendo, devorándolo quizá demasiado rápido. Cuando queda poco, toma el cuenco entre sus manos y sorbe hasta las últimas gotas. Se encuentra pronto con una segunda ración, la que consume con un poco menos de rapidez. Siente las manos aceitosas tras salpicarse algo del contenido, pero no le importa. El calor del líquido inunda su interior y le da escalofríos.

Escucha relatos de lo que han sido los últimos meses según la perspectiva de Él, lo mucho que ha cambiado todo, lo solo que se ha sentido. Después de casi media hora de charla unilateral y habiéndose terminado la segunda ración, lo mira directamente. Él le sonríe con una paz que no ha presenciado desde hace tiempo, quizá nunca.

—Espera acá. Te serviré algo de helado.

Lo observa hasta que ya no puede más, girando la cabeza sobre el hombro. Quiere reunir sus memorias, recordar la razón por la que ya no puede decirle padre. Sus pensamientos, sin embargo, se desmoronan igual que un castillo de naipes derribado por una ventisca; desordenados, no puede discernir cuál es verdad y cuál es mentira, qué es arriba y qué es abajo, qué es lo racional y qué es ese vínculo que no puede evitar sentir por el que es su progenitor.

Outbreak // XiaoDery - WayVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora