35. Ella.

468 59 4
                                    


El sol había comenzado a descender, ocultando poco a poco su claridad cediendole el paso a una oscura noche.

La temperatura había descendido de igual manera y haciendo que el viento que un principio era agradable, comenzará a ser molesto.

Miré a Lisa caminando junto a mi, quién se había ofrecido a acompañarme a tomar un taxi.

Nos acercamos a una esquina, y esperamos pacientemente a que algún vehículo se acercarse.
Pasamos esos momentos en silencio, abrazadas, disfrutando de la compañía de la otra.

Inevitablemente cerré los ojos, y desee que el tiempo se detuviera por unos momentos.

Lastimosamente, así no funcionaban las cosas, y me tocó aceptar que los buenos momentos no podían ser eternos.

Un taxi se asomó, y Lisa sin despegarse de mi, estiró el brazo, deteniendo al chófer.
A regañadientes, me alejé, despidiéndome de ella, no sin antes jurarle que le enviaría un mensaje ni bien llegase a la casa.

-—Te veo mañana—Me despedí desde la ventanilla, recibiendo una linda sonrisa por su parte. Tomando el dinero que me prestó para pagar el viaje.

Apoye la espalda contra los asientos, soltando un suspiro cargado de satisfacción ante los recuerdos vividos en la tarde.
Había sido un día bastante lindo, Lisa y yo habiamos llegado a conectar aún más, cayendo en cuenta de que el lazo que nos unía era mas fuerte de lo que creía.

Observaba el paisaje a través de la ventanilla, sonriendo cual chiquilla ilusionada cada cierto tiempo, sintiendo unas cosquillas inexplicables que me recorrían de pies a cabeza.

¿Así se sentirá gustar de alguien? Me pregunté, sin llegar a alguna respuesta. Pues era la primera vez que me sentía de esa manera, y todo era demasiado nuevo como para intentar procesarlo.

Al llegar a la residencia, luego de agradecerle al taxista por su servicio y pagarle lo debido, baje del vehículo.
Caminé el pequeño sendero de piedras hacia la entrada, adentrandome a ella con tranquilidad luego de abrir la puerta.

Eché un rápido vistazo a mi al rededor, notando que la casa estaba demasiado tranquila.

—¿Habrá alguien aquí?—Me pregunté a mi misma luego de notar que ni siquiera las mujeres de la limpieza se encontraban merodeando por ahí.

Restandole importancia, tomé mi mochila, abriendo su cierre rebuscando mi móvil dentro de ella.

No tenía ningún mensaje, al menos no importante, pero de igual manera cumplí la promesa con Lisa, avisandole que había llegado sana y salva.

Sin esperar una respuesta de su parte, me encaminé hacia mí habitación, deteniendome en medio del pasillo cuando escuche una extraña voz proveniente de una de las habitaciones.

—¿Hola?—Pregunté con cautela mientras me acercaba.

La señora Lim no nos había avisado sobre visitas. Y de no ser así, alguna de las empleadas nos habría avisado con anterioridad que había alguien extraño de visita.

—¿Hola?—Volví a preguntar antes de abrir un poco la puerta, asomando un poco la cabeza para observar lo que sucedía ahí dentro.

En definitiva no era lo que esperaba ver...

Más bien...

A quién esperaba ver.


Cruzada de piernas con una copa de vino en la mano, aquella mujer sonrió en mi dirección.

Forrada en un vestido negro y zapatos de tacón, me sonrió con sus labios carmín antes de beber un sorbo e invitarme a pasar:

—Adelante, pequeña.

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, una clara señal de que me fuera de ahí.

Pero la incertidumbre y una pequeña parte de curiosidad me incentivó a que me acercarse, sentándome frente a ella.

—He esperado mucho tiempo para conocerte—Habló luego de recorrerme con su mirada.

Su voz era suave y aterciopelada, todo en ella gritaba sensualidad y clase.

Me sentí completamente intimidada, a su vez que incomoda cuando sus orbes decorados con lentillas verdes chocaron con los míos.

Aparté la mirada y traté de tragar saliva en busca de calmar mis nervios.

Me tomó unos intentos recordar su rostro, y demonios, sabía que la había visto en algún lugar.

Pese a los nervios y el pequeño miedo que empezó a nacer en mí, me di los ánimos que necesitaba para elevar la cabeza y hacerle frente. Ignorando por completo los escalofríos que me recorrían cada vez que ella me miraba.

—Disculpe pero... ¿Que es lo que hace aquí?

La mujer elevó una ceja, dándole un último trago a su vino antes de dejar la copa a un lado.

—Soy amiga de la familia.

Su respuesta no lograba convencerme en lo absoluto.

—¿La señora Lim la invitó?.

Mi pregunta la tomó por sorpresa.

—¿Así reciben a los invitados en esta casa?—Preguntó fingiendo estar ofendida, rodando los ojos con pesadez antes de cruzarse de brazos y contestar—Cielos... ¿No confías en mi?

"No".

Es que ella no está en la casa, y su hijo creo que tampoco. No sé si sea prudente que esté aquí sin la presencia de ellos...

La mujer sonrió, repasando su lengua por sus labios antes de inclinarse un poco hacia mí.

—Entonces creo que tendremos una charla hasta que ellos lleguen—Alegó.

Lo supe desde el primer momento, y la sonrisa que me dedico al finalizar su oración me lo había confirmado.

Esa mujer, la misma que había visto aquella tarde en la cafetería, era la misma que estaba sentada frente a mí.

Su sonrisa, sus ojos, todo en ella me causaba escalofríos y un mal estar en el estómago.

El mal presentimiento que sentí en cuanto pise la habitación tuvo que haber sido suficiente para que me largara de la casa y esperar a que alguien más llegara y lidiara con ella.

Pero ya no había escapatoria.

Estaba con ella, solas, en una habitación con pocas posibilidades de salir de ahí sin parecer sospechosa.
Tenía los nervios a flor de piel y un miedo completamente irracional corriendo por todo mi sistema.

Ni siquiera había dicho una palabra que delatara sus verdaderas intenciones, pero sabía que estaba más que jodida.

Ella... no parecía una buena persona. Y por primera vez en mucho tiempo, desee que Jaebeom estuviera cerca.



















.
.
.
.
.
.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora