42. Valor.

494 52 9
                                    

Nunca creí que llegaría a experimentarlo. El sólo imaginarlo se me hacía algo ridículo, casi imposible de que algo así podría llegar a pasar.

Pero lo había hecho. El corazón se me había roto. Y podía jurar que nunca había sufrido de esa manera.
El pecho me dolía y hasta me costaba respirar. El llanto era incontrolable, y en cierto punto me asusté por la cantidad de lágrimas que brotaban de mis ojos.

Quería detenerlo. No quería sentirme así. Y lo único que pude hacer fue gritar y patear todo lo que tenia a mi alcance.
Desde las paredes, hasta los casilleros. Incluso un bote de basura tuvo el desafortunado final de acabar rodando por el suelo a causa de uno de mis golpes.

Solo quería destruir todo lo que estaba a mi paso.

Aquello no me ayudó en lo absoluto, de hecho; solo empeoró las cosas.
Pues para mi desgracia, uno de los directivos presenció el momento en el que mi racionalidad desapareció de mi cuerpo.

Intenté pensar en cómo escapar de esa situación. Pero ya la había cagado y no podía permitirme manchar mi historial académico. Así que, con la poca fuerza que me quedaba, me acerqué a esa persona y me dispuse a cumplir con el castigo que el creyera correcto.

Me tocó limpiar el salón después de clases. La idea de quedarme sola no me gustaba en lo absoluto, pero no me quedó otra opción más que afrontar las consecuencias.

Estando sola, con un trapeador y un balde de agua como compañeros, me dispuse a limpiar el aula lo más rápido que me fue posible. Pero en numerosas ocasiones mi labor se veía interrumpida por mi propio llanto.

No podía dejar de pensar en lo ocurrido con Lisa. En lo mal que podían terminar las cosas por mi falta de sinceridad y en lo mucho que me costaría intentar reparar el vínculo.

Con Lisa tuve todo aquello que se me fue negado hace años.

Una amiga, una confidente, una compañera y alguien quien realmente me quería cuidar.

Amiga, amante o compañera de clases... Ya no me importaba el término con el que decidimos empezar; solo quería estar devuelta con ella. No me conformaba sólo con ser una conocida.

Y gracias a lo que hice, dudaba en que al menos me concediera ese título.

Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Aquel dicho nunca tuvo tanto sentido hasta que me sucedio a mi.
De haber sabido que tan profundo era el significado detrás de esa frase, nunca me habría burlado de aquellos que lamentaban sus perdidas a través de esa oración.

Quería reírme por lo estúpida que fui.

¿Qué más esperaba? Si yo misma busqué que eso sucediera.
Pensar en cómo hubieran sido las cosas si tan sólo hubiera sido sincera sólo era una perdida de tiempo.

Sólo me quedaba intentar permanecer fuerte, y afrotar lo que sea que me deparara el destino.

Limpié mis lágrimas, pero al segundo sentí las ganas de llorar otra vez. No había limpiado casi nada, y ya era demasiado tarde.

Quería irme a casa, pero eso implicaba estar con Jaebeom.
Y yo no quería estar con el. De hecho, mientras más lejos esté de mi; mejor me sentiría.

Nunca creí llegar a sentir un desprecio tan inmenso hacia alguien. Aquel sentimiento era sofocante, me llenaba hasta el último rincón del cuerpo de una sensación amarga imposible de quitar.
No quería estar cerca de Jaebeom, no quería verlo, con tan sólo pensar en su rostro mi estómago se retorcía del odio que sentía hacia el.

Pero llegué a un punto en el que, la única persona que se quedaba a mi lado; era el.
No importaba cuanto lo odiara, cuantas veces le exija que se aleje de mi; Jaebeom siempre buscaría la forma de volver.

Y estaba cansada de eso. Cansada de ser el soporte de alguien que solo pensaba en sí mismo. De alguien que no le importaba en caer en juegos bajos con tal de obtener lo que deseaba.

Cansada de ser un objeto. Una burla. Una muñeca a la que podía controlar a su antojo.

Había cambiado mucho desde que llegue a esa casa. Y no fue para bien.
Ya había llegado con problemas, y el estar ahí solo potenció las cosas. Gracias a Jaebeom había nacido la peor versión de mi.

Y yo me negaba a ser eso.

Quería sentir que era merecedora de buenos momentos. De un trato digno, de un poco de felicidad.
Pero aquello no llegaría sin intentar hacer algo primero.

Jaebeom era un hombre de gustos sencillos. Era un desquiciado, pero era fácil de complacer.

Para conseguir un poco de atención de el, debía jugar de la misma manera en la qué lo hice al principio.
La idea no me gustaba para nada, pero era la única forma en la que el podría escucharme.

Quería irme, quería que la pesadilla en la que me metió llegara a su fin. Quería olvidar y fingir que todo lo que viví nunca ocurrió.

Pero seguía encadenada a ese maldito sube y baja qué se dibujaba en mi mente cada vez que pensaba en mi relación con Jaebeom. No había oportunidad de salida, y cada vez que teníamos la oportunidad; nos estancabamos en lo alto para dejar al otro sin opción más que saltar.

Viéndolo desde un punto de vista más realista, al saltar no llegaría más lejos que al suelo. Pero desde mi perspectiva; era mucho peor que eso. No quería perder, no quería que se consagrara campeón en un juego en donde sólo usó trucos bajos para atraparme. No quería rendirme, ya estaba cansada de siempre perder a causa del egoísmo de la gente que me rodeaba.

Me había pasado con mi padre, y la historia volvió a repetirse con Jaebeom. Lo de Lisa fue mi culpa; pero yo nunca me hubiera visto obligada a hacerlo de no ser por su insistencia en mantenerme alejada de todos.

Estaba cansada de sentir miedo. Cansada de no poder hacer más que conformarme.
Quería ser yo quién ponga las condiciones. Y en caso de no ser aceptadas; decidir cuándo todo se terminaba.

Debía llenarme de valor y hablar con Jaebeom para llegar a un acuerdo.
Que nos satisfaciera a ambos era un imposible. Los dos exigiamos cosas muy diferentes.
Pero a mi parecer, el que mas sufria tenia derecho a pedir mas.
Y si se negaba; no me importaba lo que podría llegar a hacer. Daría lucha hasta que me quede sin manos para golpear y sin voz para gritar.

Jaebeom ya había usado todas sus cartas. Era mi momento de hacer la jugada maestra.

El final estaba cerca. Y para para el; no sería bueno.

SEESAW | Lim Jaebeom | [COMPLETA]Onde histórias criam vida. Descubra agora