III

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"Cap.3. Rey de reyes"

Desde niña siempre pensé que lo mejor era mantenerse lo más alejadas de estos seres cada que recibíamos sus visitas, ahora que me encuentro entre un líder y los demás puedo sentirme como la primera vez que los miré. 

Antes pensaba que su piel estaba cubierta de tatuajes, pues pareciera un color semejante al negro, pero no. Nunca estuve tan equivocada, los tatuajes que les adornan no son negro, son de un color claro. Resaltando sobre su piel oscura y rasposa. 

Cuando la nave se detiene, dos de ellos vienen por mí. Me sujetan firmemente de los brazos, hago una mueca de dolor, pero a nadie parece importarle mi comodidad, se encargan de que me duela dar cada paso con los jaloneos. 

Ellos son los encargados de escoltarme fuera de la nave. Me quedo con la boca abierta al ver el lugar donde estaba.

Había casas, casas lujosas como la de los libros y fotos que tenía mi abuelo. Y solamente una casa muy alta, todo hermoso. Había cientos de estas criaturas, a la mayoría le llegaba al pecho. Todos muy altos.

Los dos hombres grandes me tiraron de los brazos, llevándome en dirección a la casa más grande. Sentía mis brazos calientes, la fuerza que estaban usando era brutal. Como si me tuvieran un odio tan grande como para querer provocarme miedo y dolor. 

Todas las bestias me veían con mero asombro, y por primera vez vi las hembras de esta raza. Un poco mas bajas que ellos, pero aún así mucho mas altas que yo. Su pieles parecían ser iguales, sus curvas parecían carecer en ciertos lugares, la ropa parecía muy difícil de hacer o conseguir. 

Tropecé muy torpemente frente la gran puerta de esa enorme casa y sólo sentí caliente mis rodillas, sabía que estaba sangrando, sentí el chorro de sangre recorrer por mi pantorrilla. 

Alguien abrió la puerta. Era una hembra, alta de igual manera, pero no tan altos como ellos, un poco más delgadas, pero aun así tenía volumen, su color de piel era igual, morena canela, su pelo negro, tan negro que parecía tinte.

—Kanuki kist Belle Sofr kor —Nos dice, bueno le dice a alguien, me doy cuenta que el líder de la cola es la atención de la mujer. 

Nadie responde y solo me siguen tirando hacia dentro de la enorme casa.

Caminamos por el gran espacio de la casa, una altura que nunca había imaginado, serán como tres o cuatro metros para poder tocar el techo de esta casa. Los pasillos largos y anchos, todo cubierto por cosas que no sabía que existían, exceptuando las mesas. 

Pero aún así las mesas que hay aquí no se parecen a las mesas de madera vieja que tengo en casa, estás parecen muy diferentes. 

The love of tired swans +18Where stories live. Discover now