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Corrieron por las escaleras, habían dejado a su padre con solo minutos de vida, Jimin sonreía y escuchaba la risa de Yoongi. El peli azul estaba feliz de haber destruido a ese hombre.

Pero en un momento las festividad cesó abruptamente.

—¿Park, me acompañas?

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Había dejado a Yoongi con un montón de policías ineptos. Su compañero tenía la maleta pero no la cura, el  la había dejado en su bolsillo. Tenía la esperanza que el peli azul recuperaría la vida que llevaba, aunque sea por unos meses. Por lo tanto, estaba en al auto, miro a un Taehyung enojado, conduciendo con la seriedad característica de el.

—No vamos a ir a la policía— dijo Jimin con un tono infantil mientras miraba sus muñeca apresada por una esposa oxidada.— ¡Ya se! —el chico movió sus piernas—. Me quedan quince minutos de vida, entonces, me dejarás abandonado en la nada y moriré como Hoseok ¿eso es lo que quieres Taehyuniee?

El chico siguió conduciendo, estaba molesto, ni siquiera se dignaba a responder las burlas del más bajo, que se mecia como un niño de cinco años. Jimin siempre tenía esa aura pueril, aunque muchas veces forzaba esa actitud para  fastidiar a la gente cuando él quería. También poseia esa mirada seria y madura, con la determinación de un asesino; capaz de matar a cualquier ser que hiciera daño a sus seres queridos.

—Eras más entretenido cuando hablabas, hablabas de pinturas, de filosofía, de los museos— susurra Jimin echándose en el asiento trasero, sabiendo que llegaron al distrito dos— me encantaba escuchar a Namjoon hyung y a ti debatir sobre ello, me gustaba disfrutar tu compañía —guardo silencio muerto para soltar una risa—. Yo amo a jungkook y tu lo sabes, pero siempre pensé que tu eras mi alma gemela que podía contarle todo y mira... no me equivoqué, el final de esta aventura estamos los dos solos, ni Hobi ni Kookie.

Taehyung bajó del auto, estaba en la cima de un peñasco desértico. Abrió la puerta trasera y apretó el brazo de Jimin para arrestarlo afuera.

El sol brillaba con fuerza, a Jimin le molestaba el sol, su vista era obstruida por los rayos, apenas pudo ver el sitio que estaba a muchos kilómetros del centro del distrito uno y dos.

Los cuatros distritos eran lo único que existía en el planeta después de la Cuarta Guerra Mundial.  Estados Unidos y China lanzaron bombas a cualquier zona, armamento altamente químicos, tóxicos y letal que terminaron toda clase de vida.

Como en los libros apocalípticos, instauraron una única forma de pago para las personas que sobrevivieron, ese sistema de pago era el tiempo y era lo único que logro evolucionar en esa época.

Los distritos estaban pegados lo unos con lo otro, lo dividian una barrera de cemento fácil de derribar. Sin embargo, cualquier extraño que lograba ingresar a un sector sin permiso era intervenido por los guardianes de tiempo. Taehyung era uno.

Entonces Jimin lo miró, ese niño pequeño era el único que logro escalar en la pirámide socioeconómica de esa época.

Jimin recibió el primer golpe a su rostro, cayó a la tierra, obeservo desde el piso la hermosa y etérea cara de su amigo, se notaba airado, roto, pero él solo le sonrió. Taehyung se molestó más y lo apunto con una pistola.

—¿Por que? Hoseok no tenía la culpa de nada, Namjoon tampoco —se quejó Kim—. Tu eres un maldito traidor —le disparó al brazo de Jimin, el chico soltó un alarido de dolor, cerrando su ojos con fuerza, sintiendo su cuerpo arder por la herida del brazo, pero después del quejido otra vez río tan desafiante como antes—. No te rías si no quieres que te reviente la cabeza.

tiempo; jikookWhere stories live. Discover now