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Cero.

Es cuando comienza la vida y cuando desaparece.

Yoongi había vivido bien, pero en soledad. Su corazón era frágil, aún así logró construir una personalidad desafiante. Sin embargo era una marioneta más de la sociedad, hasta el día que rompió todo, quebró los hilos que lo ataba a la aristocracia y escapó con un chico que apenas se aprendió el nombre.

Pero conoció una pequeña parte de él.

Conoció sus labios

Su voz

Pero nunca conoció una pizca de amor de él. Sabia que lo manipulaba pero ¿le importaba? en verdad nada. Mandó toda a la misma mierda el día en que conoció al chico que lo regañó por no usar la playa.

A veces se cuestionó si era amor lo que parecía sentir. Tal vez era la excitación y la pasión que empezó correr por su venas al ver la sangre y un beso lleno de brutalidad mediante el caos. Tal vez era la sensaciones nuevas que experimentaba su sistema nervioso del que estaba enamorado. Dudaba si era amor, por eso, no quería confesar lo que sentía. Solo quería saciar cada corriente de adrenalina en su cuerpo, si, era un maldito psicópata que mataba y disfrutaba de un chico.

A veces pensó que él manipuló a Jimin.

En verdad, le interesaba una mierda el dinero, los autos, la vida. Le interesaba la misma mierda Park Jimin.

Lo entendió cuando corrió por un poco de segundos para vivir.

El había enloquecido de amor por un vivir al máximo; el sentir que una hora que le quedaba, de sentir como en diez segundos iba a expirar.

Era morboso, satisfactorio pero morboso el disfrutar eso cuando a otros le ocasionaba terror y pánico. A Yoongi no le importaba la gente y es por eso que comprendió que su destino no era estar con Jimin, pero al menos, quería ayudarlo.

Cero.

El cuerpo se desplomó, un pinchazo detuvo el corazón y cayó al piso.

El no estaba siendo manipulado por un mocoso idiota menor que él.  El había muerto libre.

Eso quería creer.

—Idiota —susurró Jimin dolido—te hubieras quedado allá, con tu familia— le reprocho— donde estaba tu vida... perdóname.

No había respuesta.

Dejo a ambos cuerpo ahí. Quería enterrarlos, pero le quedaba solo sesenta minutos para ir donde Jungkook y apreciarlo una vez más.

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La gente del distrito uno estaba tomando sus cosas, los más pequeños caminaban al lado de los adultos o en sus brazos. Familias enteras marchaban  para cruzar fronteras. Jimin empujo a unos cuantos. La bencina de su auto ya había llegado a su fin, aún le quedaba minutos.

Estaba contento en parte, estaba feliz de haber cumplido las palabras de Namjoon. Estaba feliz porque sabía que Yoongi había abierto todos lo bancos y ahora las personas tenían décadas de vida y estas misma podrían decidir su destino.

Jimin corrió entre las personas que se movían contenta, los pómulos de los ancianos subían a más no poder. Park siguió corriendo en esa éxtasis de felicidad dentro del pueblo olvidado. La gente cantaban tonadas de esperanza y unión, los niños jugaban entre los adultos, quería que la pequeña que conocía también estuviera jugando con ellos, pero no había tiempo, siguió corriendo.

Llego a la residencia en la que vivía. No entendía como funcionaba la adrenalina que el brazo dañado por un disparo y su cara golpeada le permitían aún saltar la cerca e ignorar la dolencia y el anhelo de descansar.

tiempo; jikookWhere stories live. Discover now