Kikimora © [COMPLETA]

▘03_ Rumpelstiltskin

Romina se reía de tal forma que me pareció ver el agua salir por su nariz antes de que comenzara a toser descontroladamente.

—¡Me alegro! —exclamé, mientras giraba para que le diera golpecitos en la espalda—. Debería dejar que te ahogaras por burlarte de mis desgracias.

Me apoyé en la meseta que dividía la cocina de la sala de estar para ayudarle.

—No lo puedo creer —dijo, con lágrimas en los ojos y la voz ahogada—. En tu primer día encuentras a dos manoseándose en el elevador.

Lo peor era su risa contagiosa. Rodé los ojos mientras ella intentaba recuperar la respiración.

—Acabo de contarte que Jason me estaba esperando en la entrada y te has quedado detenida en los dos desesperados que no podía aguantarse a llegar a un lugar privado antes de toquetearse.

—Ellos estaban en un lugar privado hasta que tú interrumpiste —puntualizó.

—Eres idiota.

Le lancé el fondo de mi vaso con agua, pero apenas tenía unas gotas.

Acomodó los rizos livianos que le llegaban a los hombros, intentando volver a su faceta de siempre. Llevábamos una semana sin hablar. Ella también tenía un nuevo trabajo en una agencia de publicidad.

—Entonces, Jason —dijo, invitándome a continuar en lo que ponía la licuadora.

—Fue muy desagradable, tuve que decir más de lo que me habría gustado.

Alzó una ceja. Esa mirada la conocía. Sus verdes ojos contrastando con la piel morena y unas bonitas pecas en la nariz.

—Si dices te lo dije, te lanzaré el jugo cuando me lo sirvas.

—¡Controla a Alex! —advirtió, autoritaria, señalándome con el cucharón que estaba usando para las arepas.

Le saqué la lengua y me dio la espalda.

Romina tenía una teoría donde aseguraba que Alex era mi yo real, mientras que Sasha era el alter ego que inventé para pasar desapercibida. Era gracioso, pero teniendo en cuenta sus estudios de psicología, me preocupaba que repitiera la broma.

—¿Qué le dijiste?

—Que había sido puro sexo, que me dejara en paz y no intentará arreglar conmigo lo que jodió con su ex.

Romina abrió los ojos a más no poder.

—¡¿Qué?! —protesté, a la defensiva.

—Sasha, ¿le dijiste eso a un tipo que lo dejaron en el altar?

Cuando lo ponía así, me hacía ver como la villana de la historia.

—Lo dejaron plantado por celoso.

—¡Igual lo dejaron plantado! ¡Con todo pagado y enamorado de su novia! —me regañó antes de voltear las arepas con demasiada fuerza.

—Yo no lo mandé a que la acosara una semana antes de la boda —me defendí.