Capítulo 5

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 I Este capítulo contiene escenas restringidas que podrían ser perturbadoras para algunos lectores, están advertidos I

 Sus ojos azules pasaban de izquierda a derecha, entre su marido y esa mujer. 

Nunca uso la violencia en su vida y si era sincera hasta ella se había sorprendido de haber reaccionado de aquella forma.

Pero de igual manera no se arrepentía, de vería, eso le decía su conciencia pero su orgullo le decía todo lo contrarío.  

Su mano derecha la que sostiene el cuchillo y corta sin parar el pedazo de bistec y su mano izquierda la que con él tenedor lo sostiene no paraban de temblar por la rabia.

Es por eso que casi le hace una brecha al lindo plato.

**

La semana siguiente, Michael le quiso dar su espacio a Lilibeth y no volvió a tocarla de una manera más intima. Aunque se estuviese torturando lo haría por ella.  El resultado de eso, fue, que ahora se la pasaba más tiempo trabajando para tratar de  distraerse. Por las noches dormían juntos y abrazados el no conciliaba el sueño pero encambio ella caía como una roca de inmediato. Michael, supo durante esa semana que ahora ella estaba más relajada y mantenía un poco más de confianza en él.

Esperaba que no durara mucho la espera o iba a volverse loco.

**

―Entonces dices que él señor ya no te acaricia―Decía Denis, mientras ajustaba el corsé de su señora.

―Sí, eso ha hecho que las cosas sean más fáciles, ahora estoy más calmada. ―Lilibeth sonrió. 

Denis hizo una mueca.

―Señora pero eso no es motivo de felicidad, si no todo lo contrario―En ese momento, hizo un lindo lazo con las tiras del corsé. 

―¿Por qué?―Lilibeth, se daba el visto bueno en el espejo.

―Pues, porque, si tú marido ya no tiene intimidad contigo, es porque algo en la relación no va bien. Algunas veces se interpreta como infidelidad o falta de deseo.

Lilibeth, arrugo el ceño. 

―En resumen mi señora. Es algo así como, que ya no te quisiera. 

Lilibeth, parpadeo. 

―Claro que no es eso―Dijo, pero sonó dicho  para ella misma. 

―Bueno, eso pasa en los matrimonios. 

Durante todo el día, Lilibeth estuvo reventándose la cabeza respecto a esa conversación.  ¿Había dejado de amarla? ¿Por eso ya no la tocaba?. Mientras regaba sus plantas el corazón se le detuvo al comprender todo.

La Bestia dorada Saga Eternidad IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora