1. Malditas expectativas

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Nota de autor: algunos personajes, sus nombres y sus relaciones son tomadas de Saint Seiya y pertenecen a Masami Kurumada, sin embargo no necesariamente sus caracteres y el mundo en el que se encuentran coincide con la saga Saint Seiya.

Sus ojos verdes contemplaban el sol descendiendo por la línea de la costa, los colores eran impresionantes, rojos, dorados, naranjas, amarillos y violetas hacían un conjunto cromático espectacular. Intentó encontrar un buen ángulo, tomó una, dos, tres fotos, y con un suspiro se rindió. Sencillamente su ánimo no estaba a la altura aquel día, aún resonaban en su mente las ácidas palabras de su padre y sentía en su cabeza el palpitar de su corazón a medida que su rabia crecía con su incomprensión. 

Aghhh  - lanzó suspirando sin aguantar más y golpeó con un puño seco la baranda de madera - ¿cual es su maldito problema? - dijo, más para él que para que alguien lo escuchara, ya que estaba completamente solo en su balcón. Sin embargo solo los chillidos agudos de las gaviotas le respondieron.
Por un momento intentó imaginar lo increíble que se vería ese atardecer desde su lugar favorito en los escollos, pero salir no era una buena idea, su madre tenía suficiente con la pelea de la tarde como para añadirle otra discusión acerca de la hora de llegada a casa. ¡Estúpida hora de llegada! - pensó nuevamente para si, y sin más opciones se adentró con pasos fuertes hacia su cuarto, lentamente tomó la tula de boxeo y la colgó del techo, y empezó a golpear sistemáticamente, gancho derecho, gancho izquierdo, de nuevo, mueve los pies, mantén la guardia arriba, uppercut, gancho de nuevo, esquiva y golpea. Con cada golpe su rabia crecía, pero también se direccionaba hacia la tula, la cual se bamboleaba hacia atrás y adelante ofreciéndole algo de resistencia para el siguiente golpe. Continuó golpeando sin parar, haciendo caso omiso del sudor que empezó a correr por su espalda y su frente, golpeaba fuerte y firme. Si tan solo pudiera usar esa misma rabia en su entrenamiento diario, León estaría orgulloso de verlo. Pero cuando estaba en calma algo parecía desconectarse y sus golpes se hacían lentos y flojos, por lo que León estaba seguro que el boxeo no era lo suyo, eso sumado a su delgada figura, a pesar de que cada día su cuerpo se marcaba más y sus músculos crecían visiblemente. Podía escucharlo claro en su mente repitiéndole con voz monótona y aburrida - Mantén la guardia arriba chico, un día de estos un astuto zorro se va a dar cuenta de ese grosero agujero y te va a destrozar por ahí, y no tienes la cabeza dura como yo para resistirlo sin caer, jajaja -.
León siempre hacia eso, soltaba un chiste a sus expensas y se reía casi sin ganas y solo; a Shun nunca le había parecido divertido, pero sonreía por respeto a su maestro y para que no continuara burlándose a expensas de su orgullo de chico herido. 

Pero en ese momento, ahí sólo en su cuarto, no le apetecía reírse de sí mismo, y eso lo desconcentró por un segundo, la tula rebotó fuerte con la fuerza del último uppercut y se coló por entre sus brazos semiabiertos lanzándolo de espaldas contra el suelo. Mantén la puta guardia arriba idiota! - se recriminó a si mismo con un grito, pero tuvo que reprimir la rabia que sintió, porque su madre abrió la puerta y con voz tranquila le pidió - Shunny, querido, si vas a entrenar, ¿puedes por favor tratar de no usar el mismo lenguaje que usan en el gimnasio? Sabes que no me gusta que hables así. - y le sonrió con cariño. - Esta bien mamá, perdón, se me salió sin querer - respondió dulcemente tratando de sonreírle, aunque la sonrisa no tocara sus ojos. Su madre era amable y tierna, y no merecía recibir la rabia que sentía en ese momento, era su terco padre el problema.

Flashback de dos horas antes.

No entiendo esa maldita afición tuya a colarte en propiedades privadas para andar tomando esas estúpidas fotos! - gritaba su padre en la cocina, luego de que el capataz del puerto lo hubiera llevado de regreso a casa, después de encontrarlo, subido en el tejado de la bodega, tratando de tomar una foto decente del carguero que acababa de llegar de Shangai cargado de containers metálicos de mil colores. Era sencillamente un gallardo barco con un trasfondo increíble, el cielo azul contrastaba con el mar verdoso y los colores de los containers se reflejaban difusos en el agua, tenía que conseguir esa toma! Pero para ello, tuvo que saltarse la barda del puerto y meterse a hurtadillas hasta el tejado, donde el imbécil del capataz lo había encontrado y pensó que quería robarse algo de la mercancía.
¡Ahora tendrás que explicarle al comandante que rayos hacías metido en la bodega del puerto! - gritó aún más fuerte su padre, trayéndolo de sus recuerdos. - ¡Como si quisiera que todo el pueblo se enterara que mi hijo es un maldito amanerado que toma fotos en vez de pelear, o estudiar para ser alguien en la vida! ¡¿Por qué no puedes seguir el ejemplo de Ikki y enlistarte en el ejército?, así al menos harías algo de provecho por tu país y por esta familia, en vez de estar malgastando mi dinero en esas estúpidas cámaras! -. Shun no pudo evitar sentir algo de rencor hacia su hermano mayor, aunque éste no tenía la culpa. Ikki siempre era el punto de comparación en estas discusiones, Ikki que si es grande, valiente y un luchador como esperaría su padre de un hombre, Ikki que se enlistó en el ejército con tan sólo 19 años para ir a pelear una guerra, que la verdad no tenía nada de sentido y que Shun sabía, era una bravuconería por parte de su país hacia un país más pequeño. Pero para su padre eso lo era todo, el ejército y los negocios era donde se probaba lo hombre que eres, y ni siquiera los duros entrenamientos de boxeo hacían que pudiera mirar a su hijo menor con orgullo, porque todo en él era demasiado parecido a su dulce esposa y tan poco parecido a la imagen de hombre que él tenía.
Cálmate querido - dijo dulcemente la madre de Shun - estoy segura que el comandante entenderá que Shunny no quería robarse nada, y que las fotos explicarán lo sucedido, además le quedan tan hermosas!.- Pero el padre de Shun estalló cuando escuchó esto último, - ¡NO LO DEFIENDAS ALISA! Es por ti animándolo que sigue con esa afición de señoritas, si tú no le compraras las cámaras y los lentes no podría seguir perdiendo su tiempo y mi dinero en esas sandeces!.-
En ese momento el desinteresado desdén desapareció y la ira de Shun subió a su garganta apretándola fuertemente y su mirada se tornó amenazadora, cerrando sus manos como puños, tratando de no golpear a su padre y empeorar las cosas, pero no pudo evitar gritar de regreso - ¡CON ELLA NO TE METAS! a mi grítame todo lo que quieras, si quieres toma la estúpida cámara y véndela,- dijo lanzando su cámara nueva en la mesa de la cocina - o quémala, o haz lo que te venga en gana, pero con mamá no te desquites, tu maldito problema es conmigo y con lo poco hijo tuyo que parezco ser, así que a ella déjala en paz! - y enrumbó con pasos fuertes hacia la escalera, en donde su padre lo alcanzó y lo agarró de la muñeca con mano firme impidiéndole moverse, se quedaron ahí unos segundos mirándose con rabia, y luego suave, muy suave pero cargado de ira su padre le murmuró - agradécele a tu madre que aún tienes donde vivir y que te sigo pagando la escuela, pero seré muy feliz de que acabes este maldito año y te largues de acá por tu cuenta, porque sabes muy bien que no voy a seguir costeando tu educación y tu existencia si vas a desperdiciar tu vida en esas estupideces que tú y tu madre llaman arte.- y luego lo soltó, dándole la espalda sin darle chance a responder nada, dirigiéndose a su estudio a seguir con las adquisiciones y las ventas de acciones millonarias que lo hacían sentir tan hombre.

Fin del flashback

Shun suspiró tendiéndose en su cama, recordando nuevamente la pelea, y cómo se había quedado mudo frente a la sorda ira de su padre, pero sobre todo a ese desprecio puro que mostró en ese momento. Nunca habían tenido una buena relación, desde que Shun empezó a crecer y a mostrarse como un chico dulce y tranquilo, con pocos amigos y sin ánimos de pelear, pero todo empezó a empeorar cuando llegó golpeado de la escuela a los 7 años por un chico idiota que quiso robarle su almuerzo. Su padre le exigió que se defendiera como un hombre pero Shun odiaba las peleas y tampoco era un niño que pudiera pelear por la fuerza, ya que siempre fue delgado y un poco débil. De ahí surgieron dos cosas, primero Ikki se volvió su protector, nadie se metía con Shun si Ikki andaba cerca porque sus golpizas dejaban a cualquiera sin ganas de regresar a verlo, pero también dejaban a Shun en un ridículo constante al no poder defenderse solo. Y segundo, su padre decidió inscribirlo en clases de boxeo, para que aprendiera a defenderse. Al principio las odió con el alma, la mera insinuación de tener que golpear a alguien más, que además no le había hecho nada, le repugnaba, pero poco a poco logró encontrar en el boxeo la disciplina y el carácter que le ayudarían a sobrepasar exitosamente la escuela y la secundaria sin tanto rollo, ya que descargaba su ira en la lona y luego podía usar su tranquila dignidad como escudo en la escuela, sin herir a nadie. Porque Shun lo sabía, en el fondo de su ser, que si golpeaba a alguien con esa misma rabia ciega que golpeaba la tula , nada bueno iba a pasar para el que recibía el golpe, y para si mismo, al darse cuenta después de lo que había hecho.
Es cierto, nunca se había llevado bien con su padre, pero ese desprecio puro y primitivo que había mostrado en la escalera era nuevo. Shun supo en ese momento que tenía que tomar una decisión, supo que si insistía con sus sueños estaría por su cuenta, y tendría que alejarse de su familia porque se convertiría en un paria para su padre, supo también que la única opción de seguir cerca a su familia era cumplir los deseos de su padre, estudiar negocios o largarse al maldito ejército, para regresar igual a la escuela de negocios, como haría Ikki. El problema era entonces, que carajos iba a hacer.

Fin del capítulo uno.

Un viaje al infinitoWhere stories live. Discover now