CAPÍTULO UNO: la sombra que me observa en el horizonte.

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Al crecer formando parte de una rama perteneciente a la realeza—no tan directa—había crecido sin desearlo rodeado de restricciones y reglas las cuales seguir.

Sin ningún pero de por medio era necesario ser sumiso, como su naturaleza se lo ordenaba.

Sus padres esperaban tanto de su parte, exigían el mayor esfuerzo posible en sus modales frente gente importante que no le interesaba siquiera saludar.

Creciendo de esa manera se había hecho de sí mismo nada más que odio por esa sociedad, quería librarse, tener una infancia como la de los demás que podían hacer lo que quisieran sin miedo a lo que dirían, sin que te juzguen con la mirada por añorar la libertad de hacer con tu vida lo que quisieras.

—Vas a casarte, Jeongin.

Todo comenzó cuando tenía nueve años.

Vio por primera vez los ojos de otra persona con gran interés, uno del cual no tenía la menor idea de que se trataba, era extraño como sus mejillas se sonrojaban, como su corazón se aceleraba al punto de creer que estallaría.

Choi Soobin era el nombre del chico que creyó sería el amor de su vida en su mente ingenua.

Sus padres los presentaron, los habían dejado solos en el comedor en el jardín trasero para, sin saberlo en su momento; que se conocieran y hacer más fácil el matrimonio en el futuro.

Todo marcho de acuerdo al plan, Jeongin sentía que amaba a ese chico de hoyuelos lindos, sus labios picaban de una manera extraña a su lado, y no fue hasta la sexta vez que se veían que comprobó que Choi Soobin lo tenía en sus manos cuando lo beso de aquella manera que le arrebató el aliento cuando tenía catorce años.

—Jeongin—. Le llamó nervioso mirando los árboles.

—¿Si, Hyung?—. Sonrió tiernamente.

—C-creo que... Yo... Me gustas, supongo—. Rascó su nuca con torpeza.

—¿Eh?—. Abre su boca sorprendido, su pulso acelerándose.

—Me gustas...

Jeongin se sonrojó, desvió su mirada al pasto en el cual estaba sentado, bastante abochornado como para ver a los ojos a Soobin. 

Su mentón fue tomado en mano de su Hyung, obligando a verlo a los ojos.

—Me gustas mucho—. Repite acercando su rostro al de Jeongin. —No puedo dejar de pensar en ti, y cuando duermo, sueño contigo.

—Soobin Hyung, no creo que esto sea lo correcto—. Susurra asustado viendo al horizonte como un par de ojos, rojos en ese momento, le inspiran el más crudo de los miedos. —Hay que ser solo amigos.

—¿Vas a rechazarme?—. Su hermoso rostro se desfigura en una mueca de tristeza. —Pero tú me gustas mucho, Jeonginnie, no creo poder superar tu rechazo.

—Tengo miedo—. Susurra sin despegar sus ojos de aquella criatura que le veía escondida entre los árboles, tan lejos que alguien como Soobin no podía percatarse que estaba ahí, viéndolos.

—No debes tener miedo—. Sonríe tranquilizador colocando su mano sobre la mejilla del omega, su dedo pulgar tanteando la tersa piel blanca como la nieve. —Padre y madre están dispuestos a aceptar nuestra relación si lo aceptas, ellos dijeron que podrían hablar con tus padres para que nos acepten. 

Si tan solo supiera que su temor no se debía a algo tan banal como eso.

Si Soobin supiera que desde que era un pequeño, había algo observándolo de esa manera amenazadora que hacía incluso sus huesos, temblar, no le creería. 

lost alpha ♡ hyunin #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora