Capitulo 39

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El infierno viene por nosotras.

El fuego y las cenizas nublaban mi visión. El golpe en mi cabeza me desoriento haciéndome preguntarme que demonios paso hace un momento pues no recordaba nada mas que una explosión mientras me mantenía con mis amigas. Mire por todos lados intentando ver que pasaba y entonces mis ojos de estar intentando enfocar cualquier cosa que me diera un indicio, pasaron a abrirse con terror y alerta.

La sangre corría por todos lados, esas cosas estaban corriendo en manada persiguiendo y devorando a las personas. Nadie podía defenderse, no porque no tuvieran armas, si no porque resultaba inútil. Sin importar que tan hábiles fueran o que tan astutos fueran… Esta vez nadie escaparía. Una de mis amigas se levanto de los escombros, estaba lastimada y sangrando, pero aun asi se levanto y me extendió la mano diciendo "¡Tenemos que movernos!"

Lo supe en el momento, era el fin. Lo supe porque tuve que presionar el gatillo para despedirme de ella… Para despedirme de la persona que amaba. Por piedad acabe con su vida. Su vida termino a mis manos de manera rápida sin embargo su dolor no era nada ya que termino con una sola bala atravesando su cabeza mientras por otro lado mi dolor se apoderaría de mi ser, dejándome saber hasta el día en que muera, que yo la asesine. Ese día, perdimos. Perdimos familia, perdimos amigos… Lo perdimos todo.

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—Deberíamos tener mas cuidado próximamente.— Comentaba la chica de pelo rojizo mientras esta se retiraba una mascara militar de su rostro. —Se que esas cosas no tienen inteligencia por encima de un hámster pero no deberíamos tomarnos las cosas a la ligera.—

—Estoy de acuerdo con Maki-chan— Hable con un tono divertido. —Deberíamos tener un poco más de cuidado, alguna podría ser lastimada.—

Las dos chicas restantes rieron al ver nuestra reacción, mientras ellas se burlaban una de la otra. No les agradaba la idea de asesinar cadáveres caminantes mas sin embargo estas eran muy positivas con su sentido del humor.

En el momento cuatro personas estaban sentadas en el interior de un vehículo, todas vestían un equipo militar con un rifle, una pistola pequeña enfundada en su cintura y un cuchillo a la altura de la rodilla. El trabajo matutino termino por lo que todas nos trasladábamos a lo que era nuestro hogar.

Mientras el auto seguía en movimiento vimos como la luz que nos iluminaba se eclipsaba por una gran sombra. Las cuatro chicas vimos maravilladas aquella muralla de grandes proporciones que obstruía el paso de la luz hacia nuestros rostros. Esa muralla mantenía a la humanidad como parte de si en sus adentros. No importaba cuantas veces viéramos esa estructura, era imponente e impresionante.

Al estar cerca de la muralla sonó una alarma bastante suave de bajo volumen pero lo suficiente para saber que nos dejarían pasar. Las puertas para entrar a Kyoto eran imponentes e impenetrables. Una capa de acero de tres metros cada una, con una escala de seis metros de ancho y ocho metros de alto. Enormes, pero para asegurar el bienestar de la ciudad y evitar una fuga teníamos tres puertas detrás de esta para en caso de que una de esas cosas entrara se le evitara el paso al interior en las puertas restantes.

En cuanto pasamos las primeras dos puertas se revisaron que nuestros brazaletes no lanzaran ninguna advertencia de primera mano, aunque por seguridad se reviso nuestro cuerpo como precaución extra. No era algo que me agradara este ultimo paso mas sin embargo teníamos que ser precavidos.

El Dia Que El Infierno Toco La TierraWhere stories live. Discover now