Oscuridad

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A la mañana siguiente Shyla se encontraba desparramada entre las pieles de su tienda, cuando los primeros rayos de sol la rozaron el rostro, arrugó la nariz, gruñó suavemente y ocultó su cara contra las mantas que la cubrían. Segundos después otro tímido rayo impactó contra ella, bufó y llegó a la conclusión de que el universo no tenía previsto dejarla dormir. En el exterior de la tienda los miembros de la tribu ya hacía tiempo que estaban levantados, desde que salió la aurora todos ellos como un reloj se dispusieron a organizar los enseres. Morgan que ya conocía a su amiga esperaba sonriente con un cuenco de caldo caliente justo a la entrada de la tienda, en breve tal y como era de esperar Shyla asomó por entre las pieles de la vivienda. Morgan rió delicadamente intentando ocultar su sonrisa con la mano, Shyla parecía salida de la guerra, tenía todo el pelo en la cara, el ceño fruncido y una expresión que avisaba de la muerte inminente de cualquiera que osara molestarla. Morgan no tuvo que decir palabra solamente tenderla el cuenco con la comida, la chica no mostró expresión alguna de agradecimiento, cogió el caldo se lo bebió emitiendo un sonido que de humano tenía poco y volvió a desaparecer entre las pieles. Morgan negó con la cabeza, cada mañana era igual, desde que Shyla se encontraba más relajada a su alrededor estaba empezando a dar señales de su verdadero ser, el cual no era para nada madrugador. Ella por el contrario se sentía más activa cuando el sol se encontraba en lo alto, hacía ya tiempo que estaba completamente lista para partir. Había ayudado a los niños a prepararse, ensillado los caballos, echado una mano con la comida... en definitiva, estaba completamente aburrida. Caminó tranquilamente por el campamento mientras esperaba saludando a cualquiera que se cruzaba por su camino, Mogan era abierta, siempre lo había sido. Adoraba a la gente y transmitía alegría y felicidad por donde quiera que pasara, era difícil para cualquiera no disfrutar de la presencia de esta chica. Los niños la rodearon en seguida, todos ellos amaban pasar tiempo con Morgan ya que era la que siempre les consentía. Seguida por todo ese ritual de jovencitos acabaron yendo a un pequeño riachuelo que se encontraba cerca, llenaron todas las botas de cuero de agua y se sentaron a disfrutar del aire fresco de la montaña. Aquel día hacía buen tiempo y los niños se pusieron a jugar por entre la hierba, Morgan miró un momento hacia atrás pendiente de que la tribu siguiera preparándose para marchar y cuando se concienció que así era permitió a los niños alejarse un poco más. Morgan se sentó a los pies de un gran árbol y con la mirada de un águila siempre alerta del paradero de los niños se relajó contra él. Varios niños se sentaron a su alrededor para trenzarla el pelo mientras otros corrían por el bosque, de pronto un lloro llamó su atención.

Pidió a los niños que se mantuvieran detrás de ella y se acercó hasta donde el sonido surgía, allí se encontró con Kira, una niña pequeña que se había caído jugando, Morgan respiró hondo ya más tranquila y consolando a la disgustada niña la ayudó a levantarse. Poco la duró a la pequeña el disgusto ya que al poco estaba corriendo otra vez, y es que los niños tienen esa capacidad de olvidar las desgracias rápidamente. Morgan por el contrario se encontraba con el ceño fruncido mirando al horizonte, allá donde su mirada se perdía en la lejanía una humareda aparecía por entre los árboles. Morgan pensó en lo extraño que era aquello, todavía faltaba un día de camino para llegar a Rocked y no era común la presencia de personas por aquellos lares. Intentó vislumbrar quienes eran los que producían aquel humo, pero ni su visión ni la arboleda permitieron aquello. Serían comerciantes intentado cruzar el paso antes de las nieves se dijo y dio media vuelta no dando a aquello mayor importancia, instó a los niños a regresar y junto a ellos rápidamente volvieron al poblado. La tribu se encontraba lista para marchar cuando Shyla acabando de ensillar a Anubis vio regresar a una Morgan un tanto ceñuda, la preguntó cuál era la causa de su expresión, pero ella rápidamente negó con la cabeza y produjo una sonrisa en su lugar. Juntas avanzaron por entre los caminos charlando animadamente aunque Shyla no pudo ocultar la sensación de que su amiga la ocultaba algo, varias veces le preguntó al respecto, pero esto no sirvió de nada al ser siempre la respuesta:

Cuentos de las estrellas [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora