Una es una salvadora...
El otro está obsecionado con el poder...
¿Quién diria, que el resultado del amorío de ambos fuese algo tan peligroso?
Ella aún conservaba sus poderes, solo por si aquel dios regresaba para querer hacerles daño.
El, solo fue...
Navidad...¿A quien no le gusta? Los regalos, las luces, el enorme pavo sobre las mesas, la comida...
obviamente a todos nos encanta; en especial porque es la época de dar y recibir, y Claire Farron ha recibido mucho ese año.
Quería sorprender a su esposo, y ya sabia con que regalo hacerlo.
-¿No crees que deberías estar en casa descansando?-aquella voz era inconfundible para ella, era la voz de su amado, de su esposo.
-Vergil -Sonrió al verlo y fue a darle un gran abrazo y un tierno beso en los labios - pensé que trabajarias hasta tarde.
-Nada que Yamato no logre - le sonrió a su esposa recordando como amenazó al dueño de aquella biblioteca en la cual trabajaba para que lo dejara ir a casa temprano, pero borro su sonrisa al ver el rostro molesto de su amada-¿no deberías estar en casa? Con el estado en el que estás...me preocupa que pueda pasarte algo...
-Estoy embarazada, Vergil, no enferma; Aun puedo hacer cosas por mi misma...pero aun así, gracias por preocuparte amor - le volvió a sonreír causando más tranquilidad a su esposo.
-¿Y que hacías aquí Cariño?-Pregunto ya comenzando a caminar al lado de su amada y sosteniendo suavemente su mano sintiéndose muy feliz de poder pasar esas fechas con ella.
-Venía a comprar regalos, ya conseguí los de Serah y su familia, aún me faltan el de Hope y el tuyo...
-¿No has ido a comprarlos?-le pregunto curioso debido a que quería saber que le daría la de cabellos rosas.
-Aún no cariño ¿te importaría acompañarme?-amaba estar al lado de su esposo, a pesar de que en un principio se mostró frío e indiferente, resultó ser un gran marido.
Caminaron por las iluminadas calles de la ciudad, tomados de la mano; podía verse que ambos realmente se amaban.
Lightning nunca se había sentido tan feliz en su vida. Sin duda Vergil era una bendición que la diosa Etro le permitió tener a su lado.
Vergil no recordaba lo que era sonreír hasta conocer a Lightning, sin duda, ella era la mujer ideal para alguien como el.
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Ya habiendo conseguido los regalos y el gran intento de que Vergil no se fijase en el suyo, fue algo difícil; El mayor no podía evitar preguntarle a Lightning que le iba a regalar...parecía un niño.
Soltó una pequeña risa y se lo dijo, el otro sólo se sonrojo y termino soltando una sutil sonrisa.
Llegaron a la casa de Serah y dejaron los regalos debajo del árbol que la familia Villers había colocado, y Hope los recibió.
El menor de cabellos platinados tampoco podía ocultar su interés por saber que le iba a regalar la mayor de ambas hermanas Farron, por lo que fue y le pregunto a Vergil...y fue una mala idea porque Vergil le contesto de mala manera como siempre.