Capítulo 20

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Marco

El contestador de Emma interfiere una y otra vez cuando trato de llamarla y una sensación de incertidumbre y algo me carcome por dentro, algo que me dice que algo le ha pasado, pero soy incapaz de saber qué.

Desde el piso de abajo me llega el remix de In my feelings que mi hermano lleva poniendo en bucle toda la mañana y me está empezando a agobiar. De un bufido dejo el móvil encima del mueble del recibidor y tras ir hasta el salón a grandes zancadas apago el sistema de altavoces para la sorpresa de todo el mundo.

-Eh, ¿pero a ti que te pasa ahora? -Igor me mira con el ceño fruncido sosteniendo en alto la pelota con la que hasta hace un segundo jugaba con Rome.

-Llevas toda la mañana poniendo la misma puta canción en bucle, me tienes harto -bufo intentando aparentar normalidad. 

-Sabemos que te pasa algo tío -Ángel me mira desde la puerta que conecta con la cocina con los brazos cruzados por encima del pecho pero sigo en mis trece de no soltar prenda, por lo menos no hasta no tener nada en claro de que le pasa a Emma.

-Sí, te conocemos desde que ibas en pañales -se suma Berto a la discusión de todos contra uno.

Termino aceptando que he de contarles a las cuatro personas que más me conocen lo que me lleva de cabeza así que siento en una de las sillas de comedor y tras suspirar varias veces les cuento que la he llamado unas diez veces y solo hace que saltar el contestador.

-Lo primero que has de hacer es averiguar si algo le ha pasado, ¿no? -Igor y sus preguntas obvias me sacan de mis casillas en momentos como este, como si no lo hubiera intentado ya.

-Pues... habrá que ir en su busca -Brandon me mira con gesto de sugerencia y mientras los cincos sopesamos lo que he de hacer ahora reina un silencio en casa que se rompe con el timbre de mi teléfono y por algún extraño motivo sé que es ella.




Llego al kilómetro que me ha indicado en esa llamada corta donde la he encontrado más nerviosa de lo normal y sobre todo afectada por lo que puedo entrever por los llantos que escucho al otro lado de la línea. Por lo que veo doy gracias a Dios al ver a la catalana de pie junto a su pequeño Audi incrustado en una de las ruedas de ese camión de mercancías.

-¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? -la sostengo entre mis brazos lo más fuerte que puedo y soy consciente de que es capaz de escuchar el latir desenfrenado de mi corazón al pensar en lo que podría haber pasado.

-Sí, supongo... Ha sido un segundo y... 

-¿Habéis hecho parte ya? -le pregunto al camionero que nos mira con el ceño fruncido.

-Sí, ya está todo arreglado. La peor parte se lo ha llevado este juguete -apunta con cierto desprecio hacia el coche de Emma y yo le fulmino con la mirada.

Tras asegurarnos que la grúa llevará su coche al taller Audi de Madrid, llevo a Emma hasta el coche y allí exploto y le suelto unos pocos demasiados improperios y le reprocho el miedo que he pasado pensando que podría haberle pasado cualquier cosa por distraerse con una cosa tan tonta como contestarme al teléfono.

-Dejemos el tema, ¿vale? -susurra y apoya la cabeza en la ventanilla, desviando la mirada al paisaje para evitar mirarme ni un solo segundo porque puede que me haya pasado un poco con ella.




De madrugada

Empezamos juntos el año y pese a la alegría de estar todos juntos, Emma y yo apenas hablamos después de mi bronca en el coche. Mientras sostiene en alto su copa de cava me fijo que en el anular izquierdo no lleva mi anillo, supongo que a sabiendas que hoy no íbamos a dar ninguna gran noticia después de haber peleado y siento una punzada de arrepentimiento. Rodeo su cintura con mi brazo y le susurro al oído lo mucho que lo siento, pero ella solo me mira y asiente con la cabeza, para después volver a centrarse en como Berto hace el tonto con las uvas que no le ha dado tiempo a comer.

El timbre suena unos segundos después de esto y todos nos miramos extrañados. ¿Quién puede ser a estas horas? Es Brandon el que se levanta de la mesa un tanto inquieto y va a abrir la puerta. Después de un par de murmullos que no conocemos, entra de nuevo al salón acompañado por una chica morena y delgada que nos presenta como Aida. Como de costumbre, la que toma las riendas de la situación es Emma, que se presenta a la chica con un par de besos y entabla una conversación de lo más cercana.

Ya ha hablado con ella más que conmigo en todo el día.

Cuando hemos dejado la vajilla más o menos recogida, Emma se excusa para terminar de retocarse antes de irnos hacia Blackhaus y sé que es la mía, así que la sigo escaleras arriba. En mi habitación ya reina el olor de su perfume y vuelvo a sentirme en casa una vez más, tal es su efecto en mí. A través del reflejo del espejo del baño observo como tiñe de carmesí con paciencia sus labios y cuando termina hace ese gesto tan suyo, primero hace un puchero, después saca la lengua y para terminar se sonríe a sí misma. 

¿Cómo puede ser tan perfecta?

Se está retocando los rizos de su media melena con las tenacillas para cuando entro al baño con la excusa de utilizar por segunda vez en toda la noche mi perfume.

-Estás preciosa esta noche -susurro acariciando su cintura.

-¿Ya se te ha pasado el cabreo? -a veces se me olvida que cuando quiere tiene esas salidas cínicas que, debo admitir, hoy me merezco.

-Emma estaba asustado...

-¿Y te crees que yo no? 

-Lo siento... -me mira con una expresión severa en la mirada-. Por favor.

Para mi sorpresa no se hace mucho de rogar y me besa suavemente en los labios, vigilando de no dejarse ningún resto de rojo sobre los míos y volvemos abajo con mis amigos.




Blackhaus

Juro que no soy celoso, de verdad que no lo soy pero... Joder, esta noche Emma estaba despampanante. Con el pelo rizado sobre sus hombros, el vestido corto con escote en v y vuelo color champán y lentejuelas no le hacían justicia, así que por supuesto un montón de tíos se giraban para mirarla a su paso hacía la barra.

Le pido su ya clásico mojito de fresa y pido un vodka-lima para mí. Indeciso suena por toda la discoteca y yo aprovecho la letra de la canción para acariciar con la yema de los dedos la piel desnuda de su antebrazo, esperando que se gire para poder llenarla entera de besos.

Estamos un buen rato bailando todos juntos, hasta que yo me termino otra copa y aviso que voy a por algo más fuerte para continuar la noche.

Todavía estoy en la barra cuando el reguetón para de inmediato para anunciar una actuación inesperada de Sinsinati, el grupo de momento que lleva a Emma de cabeza. No hay que ser muy listo para adivinar que la catalana estaba en primera fila acompañada de su nueva amiga. 

-¿Dónde están? -pregunto a Berto gritando lo suficiente para que me escuche.

-Ahí, justo delante del guaperas -de Álvaro De Luna, por supuesto.

No había que ser un lince, y prometo que no soy celoso, pero el guaperas, como lo había llamado Berto no dejaba de mirar a mi prometida. Maldita la hora en que elegí Blackhaus para salir en fin de año...

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Where stories live. Discover now