Capítulo 24

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El agua cubre más de un palmo por encima de mi rodilla cuando consigo que, al fin, tras media hora de intentar convencerlo, Marco se digne a entrar en el agua cristalina de Bolonia, no sin antes repetirme por décima vez que estoy loca y que voy a pillar una neumonía.

-Deja de quejarte tanto y métete de una vez, llorica -le pincho antes de desaparecer bajo una ola.

Me dejo arrastrar mar adentro por la corriente unos segundos, sintiendo la fuerza del Atlántico, sintiendo el agua que abraza mi cuerpo dejando que unos brazos invisibles mezan a su antojo mi cuerpo sin oposición alguna. Me quedo ahí, sintiendo el agua en mis odios hasta que mis pulmones empiezan a arder y siento el latir del corazón ralentizándose para consumir menos oxígeno.

Y ahí empiezo a nadar. Empujo el agua con las piernas, dejando que mi cuerpo se aproxime cada vez más a la superficie movida por la necesidad de dar una bocanada de aire. Siento que no voy a llegar, que me voy a quedar sin aire para seguir subiendo justo cuando una mano fuerte agarra mi antebrazo.

-¡¿Pero qué coño hacías?! Pensaba que te había pasado algo, idiota. ¿Por qué no salías del agua? Me habías preocupado Emma, joder...

No digo nada pero sin embargo le miro atentamente en silencio. Tiene el pelo mojado y unos cuantos mechones negros le caen sobre la frente. Tiene los ojos entrecerrados por el Sol, los labios entreabiertos mientras jadea. El pecho sube y baja en una constante agitada, cubierto por diminutas gotas de agua que hacen queso piel dorada brille bajo la luz de un sol gaditano que calienta pese a estar en Enero.

-¿No vas a decir nada?

-Te quiero -me abalanzo sobre él antes de que empiece con la segunda ronda del sermón. Abrazo su torso con mis piernas y aspiro el olor de su piel entremezclado con el salitre del océano. Estar aquí, con él, solos y sintiendo el aguda del mar abrazando nuestros cuerpos es todo lo que quiero y todo lo que quiero se resume a él.

-No vuelvas a asustarme así en tu vida, ¿me oyes? Nunca más hagas algo así, Emma.




-¿Tienes hambre? -Marco no ha parado quieto desde el momento en que nos hemos tumbado en la toalla a descansar.

-Relájate, ya comeremos más tarde.

-¿Tienes hambre o no?

-Pues... un poco.

Sin mediar palabra, Marco se levanta y tras rebuscar en mi bolso hasta dar con su cartera, me lanza un beso y desaparece por el camino de subida de la playa al chiringuito de estilo marinero que permanece abierto a pesar de las fechas. Pongo los ojos en blanco, vuelvo a tumbarme disfrutando del calor de los rayos de sol sobre mi piel desnuda e intento volver a centrar mi atención en el ruido de las olas del mar al llegar a la orilla.

Molestando como de costumbre, Marco vuelve al cabo de unos veinte minutos y decide que es buena idea despertándome dejando caer agua del mar sobre mi estómago.

-¡Pero serás imbécil! Que está helada -le chillo dando un brinco.

-Y tú te has quemado por dormirte al sol.

-No me he dormido, te estaba esperando... -miento descaradamente.

Asensio encara una ceja al mirarme y estalla en una carcajada a la cual me cuesta un mundo y parte del otro no sumarme.

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Where stories live. Discover now