Capítulo 44

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Era una tarde fría a mediados de febrero. Recuerdo que fuera llovía a cántaros, justo cuando estaba paseando por Gran Vía agarrada del brazo de Sara. Había insistido mucho en que tenía que darme el aire frío del invierno en la cara antes de que la primavera le arrebatara el puesto en apenas un mes. Y yo, por no discutir, había aceptado aunque no me apetecía mucho.

Marco voló a Mallorca a mediados de la semana pasada con la premisa de darme algo de tiempo aunque yo era plenamente consciente de que él también necesitaba algo de tiempo para alejarse de mí y respirar, en cierta manera, de la situación por la que estábamos pasando. Él iba a ver a sus amigos y yo me quedaba sola en Madrid, distanciados por setecientos kilómetros.

Por supuesto insistió en que me quedara en casa, que me relajara y disfrutara un poco de una soledad que de unos meses atrás no gozaba prácticamente en absoluto y vaya si lo hice... Durante dos días encargué un vino blanco carísimo que degusté en una sola noche dentro de una bañera dentro de burbujas, pedí comida japonesa del mejor restaurante de Madrid (valga decir que pagué más el postín que otra cosa) y... escuché el silencio, silencio que me agobió tanto que al día siguiente recogí la ropa que cabía en una maleta de mano y me fuí a Gran Vía Capital, el hotel que más me encantaba de todo Madrid.

Los primeros días de esa semana Marco y yo apenas hablamos. Tan solo nos enviábamos algún que otro mensaje a parte del correspondiente "Buenas noches. Descansa" sin venir acompañado de ningún otro emoticono o alguna otra cosa que nos hiciera sentir que éramos los mismos, que nos queríamos y que podríamos con lo que se nos quisiera venir encima. Simplemente... nada. Un par de mensajes al día que eran más fríos que los que me enviaba mi jefe. Me convencía cada día que estaría desconectando con Ángel, Brandon y Berto en alguna cala, tomándose un par de cervezas e intentando no pensar en todo lo que habíamos pasado, y en cierta manera Igor me decía que así era, que incluso una noche llegó pedo a casa, como cuando pilló su primera borrachera a los 16.

Y no se porqué motivo en concreto pero eso me molestó.

Seamos realistas, no pillas una borrachera tomándote un par de cervezas con tus colegas en una terracita del paseo marítimo como intentaba hacerme creer mediante las pocas conversaciones que compartíamos.

Nada más entrar a la habitación que estaba dispuesta como salón de la suite dejo el bolso en la mesita que he bautizado como "recibidor" y un mensaje entrante en mi teléfono la hace vibrar. Pensando que puede ser Marco para anunciarme que vuelve a Madrid me apresuro a encontrarlo en el amasijo de objetos que es mi bolso. Para mi sorpresa, el mensaje es de Álvaro, con quien no he hablado hará un mes. Tras contestarle rápidamente el sevillano me pregunta si tengo algún plan esta noche y tras dudarlo mucho le cuento perezosa la verdad de mi futura noche: tirarme en la cama a ver unos cuantos episodios de Sexo en Nueva York aferrada a un litro de helado de vainilla y llorando que Mr. Big sea tan soberanamente capullo con Carrie.

"Te espero a las diez en el hall de tu hotel"

La propuesta no me deja indiferente pero yo entro en un estado de colapso mental del que no sé salir, pues estoy en bucle. ¿Qué narices estará tramando De Luna?

Anything for you  [SAGA THINGS #3]Where stories live. Discover now