Capítulo 2: primeros años

1 0 0
                                    


Pronto aprendí que ser un niño malo me era recompensado con una mayor atención por parte de mi madre, preocupada por mi educación mi futuro se volcaba más en mi que en cualquiera de mis hermanos, aún no conocía la religión cristiana pero puedo decir que me convertí en un Abel, como más perturbado era mi comportamiento mayor era la recompensa.


Nunca tuve una gran relación con mis tres hermanos, ellos jugaban y crecían como niños bien educados y yo los veía como unas alimañas que ensuciaban mi entorno, eran ruidosos y siempre perturbaban mi tranquilidad, pronto aprendieron que no debían acercarse a mí aunque les costó lo suyo: mayoritariamente castigos físicos que les inflingía.


Antes he explicado que mi madre respondió volcándose en mi, como si fuera culpa de ella que yo fuera de ese modo, mi padre en cambio me veía como un pequeño monstruo, aunque debo decir que nos veía asía los cuatro, no recuerdo un solo abrazo o palabra cariñosa de su parte, de echo no lo recuerdo apenas en esos primeros años de mi vida, salía temprano a trabajar y no volvía hasta entrada la noche:borracho y apestando a un olor extraño, ya de mayor entendí que ese olor era perfume de mujer.


El día que cumplí seis años fue algo especial, era un domingo soleado de fin de verano, mi madre me llevó a pasear por la ciudad, quería llevarme con mis hermanos pero que rompiera algunas cosas me granjeó su compañía en exclusiva, más tarde preparó un delicioso pastel de chocolate aunque esta vez no lo pude disfrutar en soledad, ya no se trataba de mis hermanos, teníamos visita en casa ya que mis abuelos habían venido a traerme un regalo: un cachorrito negro como el carbón, fue una gran sensación en casa, como si fuera navidad,hasta que llegó mi padre.


El olor a vino y la sonrisa de su cara no presagiaban nada bueno,estaba claro que él había empezado la fiesta por su cuenta, intentó besar a mi madre pero ella lo esquivó sagazmente, la tensión se podía palpar como si un rayo hubiera cruzado por la sala, más vino para mi padre, mis hermanos corriendo detrás del perrito, mi madre sirviendo la cena... La cena consistía en unas patatas y pescado al horno, odiaba el pescado con todo mi ser, cuando vi esa cena para mi cumpleaños exploté, no soportaba a mis hermanos jugando con mi regalo, ni a mis abuelos atendiendo a mi padre para que no bebiera más, mi madre ocupándose de la casa, me negué a comer ese pescado pestilente y empecé a tirar los vasos al suelo gritando, la tormenta se acercaba cada vez más, era la tormenta perfecta: mi padre se levantó de la mesa, se llevó al patio al pequeño cachorro y se escucharon unos fuertes golpes, unos quejidos y luego... luego el silencio que sigue la tormenta.

 Esa noche aprendí una gran lección: no iba a conseguir nada más berreando, era hora de cambiar mi modus operandi.   

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 14, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

AlegatoWhere stories live. Discover now